Regresa el hito de la ciencia ficción
Algunas películas no resisten el paso del tiempo, rindiéndose ante el desarrollo de los acontecimientos de la historia, y sus propuestas envejecen, aún si el espectador se propone en un ejercicio extra de tolerancia y de comprensión del contexto en que el proyecto se llevó a cabo.
Algo así le pasa a Matrix: Resurrecciones. Tuvo en su inicio una especie de desparpajo, un enfrentamiento con cierta idea de la ceguera ante la realidad de dominación de una sociedad adormecida, perseguida por la autoridad férrea que pretende impedir a cualquier costo la amplitud de consciencia. Los humanos, como pequeños retoños inconclusos, son criados en granjas, ignorantes de lo que las máquinas pergeñan.
La nueva película, que pretende tal vez darle una nueva vuelta de tuerca a la saga fantástica de manos de Lana Wachoski, falla un poco en esa intención. Y creo que en la nueva mirada que las creadoras pretenden darle a la historia original la hace caer como un castillo de naipes, como golpeado por la reina de corazones, previa a la clásica orden en que alguien puede perder la cabeza. Por un lado el mundo no es el mismo y luego de unos años en que diversas sociedades parecían a punto de comprender que no era posible seguir con ciertas formas de organización social y económica, con levantamientos a lo largo del mundo, la situación dio un vuelco y pasamos al momento en que nos encontramos. No es idea discutir eso en este comentario, solamente establecer el punto. Neo se moriría hoy de angustia y no encontraría hoyo ni conejo ni duda alguna posible; todo el mundo hace fila detrás del agente Smith.
Entonces la historia se convierte en una burla a sí misma, en justificación de la revitalización de la saga con bromas internas que generan una sonrisa en un primer momento pero se sienten incómodas al repetirse, como un intento tímido de explicar la decisión. Eso la lleva a perder fuerza con los minutos y si bien la aparición de Neo (Keanu Reeves) y su vínculo con Trinity (Carrie-Anne Moss) renacen y se explican decentemente, acompañado del analista que compone Neil Patrick Harris con la soltura de siempre, eso no parece ser suficiente para sostener la narración, pese a la frescura de algunas de las nuevas incorporaciones, entre ellas Priyanka Chopra como Sati, Jessica Henwick como Bugs, Yahya Abdul-Mateen II como Morfeo y Jonathan Groff como el nuevo agente Smith.
Matrix: Resurrecciones es una película esperada con intensidad por el público y los seguidores de la saga, que cae por su propio peso. Toda película tiene una intención que, obviamente, proviene desde las personas que le dan vida. Lana Wachowski parece haber perdido el toque, o tal vez no necesita hoy resolver cuestiones que para ella ha llegado a su cierre, o más bien, a un nuevo inicio, y eso pareciera dificultarle la posibilidad de transmitir la experiencia a la historia que eligió narrar en este refresh.
En definitiva, Matrix: Resurrecciones funciona si no se la piensa como algo más que entretenimiento; si le piden más que eso, alguien se sentirá frustrado.