Matrix: Resurrecciones es una película que probablemente dividirá las opiniones en el fandom de la franquicia por la vuelta que le da a la mitología construida en la trilogía original.
Desde que se conoció el trailer promocional hace unos meses enseguida surgieron en internet numerosas teorías sobre el rumbo que tomaría el conflicto y la verdad es que no la pegó nadie. Algo que habla bien de la directora Lana Wachowski, quien tomó el enorme riesgo de intentar hacer algo diferente con un relato que tiene un contenido interesante.
El film abraza el metalenguaje en la narración con la finalidad de darle una justificación al regreso de Neo, al mismo tiempo que plantea una reflexión sobre la cultura del entretenimiento de la actualidad.
Se nota claramente que esta es una obra de autor donde la realizadora tuvo la libertad de hacer lo que deseaba y el guión no deja pasar la oportunidad para pegarle al propio estudio que financió su trabajo y a los hipsters que hoy generan contenido en Hollywood y en la industria de los videos juegos.
Hay una escena post-crédito contundente que se relaciona con esta cuestión y no tiene nada que ver con el cuento de ciencia ficción. Otra cualidad del film es que se concentra en desarrollar un conflicto puntual en lugar de presentar un trailer extendido para vender futuras continuaciones, algo que suele ser moneda corriente en muchas franquicias de la actualidad. De hecho, me sorprendería bastante si se anuncia otra película en el futuro ya que Resurrecciones le da un cierre más que digno a la historia de amor entre Neo y Trinity y en ese sentido redime el sabor amargo que había dejado la entrega anterior.
No obstante, el conflicto central que primó en las películas previas fue relegado a un plano marginal y esa elección de la directora tal vez despierte alguna reacción negativa entre los fans. En Resurrecciones ya no se trata de salvar a la humanidad del control de las máquinas sino que Neo y su gran amor tengan un destino más próspero.
Dentro del reparto Wachowski rescata la figura de Carrie-Anne Moss, cuya carrera desde el estreno de la última producción de Matrix se concentró en propuesta del cine clase B. En esta película la actriz mantiene intacta su química con Keanu Reeves y brinda un muy buen trabajo en una trama que además le otorga más relevancia al rol de Trinity.
Entre las nuevas incorporaciones, Jonathan Grofff sale bien parado como el nuevo agente Smith, donde tuvo la complicada tarea de reemplazar a Hugo Weaving, mientras que Neil Patrick Harris compone un antagonista decente. Yahya Abdul-Mateen II (Black Manta en Aquaman) no está mal como la versión alternativa de Morpheus pero carece de la presencia en pantalla que tiene Lawrence Fishburne y esto se nota en cada una de sus apariciones.
Matrix: Revoluciones me dejó con sentimientos encontrados. Le valoro a Lana Wachowski la ambición de jugarse a proponer algo diferente y excéntrico con el concepto argumental pero la película en materia de acción me pareció terriblemente decepcionante.
En este aspecto puntual dentro de la saga la nueva entrega es claramente la más floja de todas y carece de esa sofisticación que supieran entregar en su momento la dupla de cineastas. Hay secuencias de tiroteos y persecuciones pero resultan genéricas y redundantes. No hay un solo momento en este film que por ejemplo presente la puesta en escena que tuvo la extraordinaria persecución en la autopista de Matrix 2. Ni hablar de las peleas de artes marciales que son bastante pobretonas para las coas que se ven en la actualidad dentro del género. De la sofisticación, fluidez y belleza que tuvieran alguna vez las peleas coreografiadas por Yuen-Woo Pin pasamos al estilo Jason Bourne con la cámara movediza donde no se puede con apreciar con claridad los combates.
Tampoco digo que el espectáculo que ofrecen sea malo pero se esperaba mucho más para una propuesta de esta saga que en el pasado sorprendió con grandes momentos en este campo. Matrix tampoco fue una obra de Tarkovsky (Solaris) y si bien elaboraba una trama con contenido interesante también apostaba al entretenimiento donde la acción tenía un protagonismo destacado.
Resurrecciones tiene momentos de ese tipo pero resultan completamente olvidables. Más allá de esta cuestión, la película se deja ver y ofrece una fiesta del reencuentro amena con estos personajes.