Por ahora Matrix Resurrecciones no es una obra maestra como la original de hace 22 años. Es una película que cuenta otras cosas con los mismos personajes y que se hace cargo de un modo amable de que Matrix (la película) existió en el mundo y abrió algunos caminos. Es decir, este es un viaje no al pasado sino a la museificación de ese pasado. Aquí el señor Anderson o Neo se encuentra nuevamente ante la disyuntiva de un mundo solo real en apariencia o salir a pelearle a “la máquina” y conocer lo real. El problema consiste en que no solo todo depende de la propia voluntad sino en que nos preguntamos “¿Para qué?”. El gran tema del estatuto de lo real que alimentó el primer film está hoy sobre tratado. Entonces aparece la otra pregunta, mucho más pertinente hoy y hacia el futuro: si podemos elegir el mundo donde somos lo que habríamos deseado o los límites del nuestro, ¿qué elegiríamos? Y una pregunta alternativa y apasionante ¿realmente las emociones son las mismas en el mundo virtual y en el real? Con un enorme y limpio despliegue visual, con mucha aventura y mucha acción, el mejor legado del original.