Finalmente llegó la nueva entrega del universo «Matrix», a 22 años de su primera entrega. Sí, el tiempo es un tema de discusión aquí. También, me permito decir que la crítica (o gran parte de ella), le ha caído mucho a una franquicia que ha sido absolutamente innovadora en su momento. No todo en la vida es Marvel. Hay que decirlo y eso también implica no sólo respeto por la trayectoria sino también por el intento de renovación de ideas.
Y en ese sentido, podremos discutir si te gusta o no la nueva «Matrix». Lo que no podemos negar es que relanzar la historia y desafiar el recuerdo que tenemos de todos sus atributos, no era sencillo. Encontrar un hilo que refleje algo del brillo para reconectar con su mundo, era difícil. Sin embargo, Lana Wachowski en soledad (Lily declinó participar) se las arregló para poner de pie a su criatura más preciada y darle rodaje, probablemente por razones personales (la muerte de sus padres, según sus propias palabras) más que artísticas. La tarea de darle sentido a un universo renovado, iba a generar distintas apreciaciones y era esperable…
Pero antes de entrar en dicha matrix, debo decir que ha sido una jugada arriesgada de parte de Warner, de presentarla en el mundo como cierre de la colaboración con HBO Max durante este 2021 (donde cada estreno se producía en simultáneo vía streaming y salas). De hecho, suscribiendote en Estados Unidos, podés ver esta cinta de regalo por 15 u$s que es el precio del abono, sin publicidad. Probablemente pueda deberse a fortalecer más el servicio de streaming premium de la compañía (en USA) más que recuperar la inversión demandada por esta entrega (unos 180 millones de dólares, según trasciende).
Por eso, debo decir que este retorno, se impone vivirlo en salas, más allá de las distintas estrategias comerciales con las que se presenta en diferentes partes del mundo.
El tiempo ha pasado desde «Revolutions» (2003) y el señor Anderson (Reeves) es un exitoso diseñador de videojuegos que digamos, tiene cierta crisis existencial. Ha aprovechado, en apariencia, mucho de la experiencia que yace en él, de alguna forma, para crear entornos que dejan su dividendo. Está solo y le cuesta conectarse con el mundo en que vive.
A Trinity (uh, perdón, en realidad aquí arranca siendo «Tiffany», Carrie-Anne Moss otra vez), en cierta manera, la memoria no le funciona tan bien, y vive su existencia con una familia nueva, una identidad distinta que se pondrá en conflicto cuando accidentalmente se cruce con Neo. Luego de su cruce, comenzaremos a entender que tiene Lana listo para presentar… un escenario donde regresan los agentes y los rebeldes que quieren liberarse de las máquinas. Digamos que la «pax post-Neo» permitió cierto cese de hostilidades, pero eso está a punto de ser revisado. A fondo, diría yo.
Y sin adelantar demasiado más, podemos sumar que algunos personajes tendrán ropajes nuevos (Laurence Fishbourne no es de la partida, pero está Yahya Abdul-Mateen II en su lugar) y otros viejos conocidos retornarán (Jada Pinkett Smith como Niobe y Lambert Wilson jugando nuevamente su Mervingio). Sin embargo, el que más me gustó fue el Analista, jugado por el frío Neil Patrick Harris, elemento fundamental para los giros que la trama presenta.
La estructura de esta entrega es convencional, pero eso no la hace simple. Ofrece su complejidad filosófica sin filtros, lo que lleva a algunos espectadores a sentirla artificiosa, cuando en realidad, destruye lo establecido (por ejemplo, toda esta cuestión binaria que habíamos visto) y se nutre de lo que pasa en el mundo hoy. La disputa por las libertades individuales, el poder de control de quienes gobiernan, el impacto de los mundos digitales y alguna sorpresa más…
También coquetea con el humor negro y critica a la industria, en notas que, desde ya, no son inocentes. Las Wachowski fueron un tsunami creativo en su tiempo (y creo que aún están vigentes, más allá de que tienen sus desniveles creativos en sus últimos productos), pero es cierto que en la industria, se sigue dudando si están vigentes.
Quizás sea necesario decir, que más allá de lo confusa que pueda lucir «Resurrections» en algunos tramos en torno a su argumento, sigue siendo un desafío innovador apretar el reset y lanzarse a rediseñar lo que alguna vez fue singular y tan personal. Y Lana, les digo, sale bien parada del test.
Es cierto que Keanu y Carrie tienen mucha química para llevar adelante los roles que los consagraron en su tiempo, pero el universo que se soñó para esta nueva Matrix, está a la altura de la trilogía original.