Durísimo drama que oscila entre lo bélico y lo político
Las guerras cambian y por ende también cambian las películas de guerra. Sólo que si no estuviera basado en una historia real, este drama bélico directamente parecería una película de ciencia ficción.
Justamente, el director y guionista Andre Niccol (conocido principalmente por ser el guionista de "The Truman Show") hizo películas de ciencia ficción como "Gattaca" y también enfocó el lado más oscuro del tráfico internacional de armas en "El señor de la guerra".
Ethan Hawke es un ex piloto de combate que abandonó los aviones caza y ahora -corre el año 2010- sólo pilotea drones. Los drones despegan en Afganistán, o en Yemen, y ubicados a unos tres mil metros de altura, enfocan blancos de supuestos talibanes o miembros de Al Qaeda, los siguen y los eliminan con misiles. Todo esto sin que el protagonista tenga que moverse de un cubículo dentro de una base militar ubicada en un desierto cerca de Las Vegas.
Mientras para algunos de sus colegas la situación no podría ser mejor, dado que no sólo enfrentan al enemigo sin correr riesgo alguno y ni siquiera tienen que alejarse de sus seres queridos, ya que sus mujeres e hijos los esperan en el barrio militar cercano a la base, para el mayor interpretado por Hawke la situación es extraña y por momentos aborrecible, no deja de sentirse un cobarde y extraña desesperadamente volver al combate al mando de un F16. Para colmo, las cosas empeoran cuando la Fuerza Aérea debe obedecer órdenes de la CIA, con objetivos generalmente rodeados de civiles, incluyendo niños, y con tácticas tan tremendas como volver a bombardear lo ya bombardeado eliminando a los rescatistas.
Esta es una película totalmente diferente a todo lo conocido, pero ésa no es la única cualidad de este drama terrible que oscila entre lo bélico y lo político pero que, sobre todo, se centra en el daño psicológico que toda la operación le provoca al protagonista, un excelente Ethan Hawke, secundado por un sólido elenco en el que se destaca Bruce Greenwood como su oficial superior.
Niccol no busca la espectacularidad sino el horror surgido de este nuevo tipo de guerra, y realmente logra estremecer con imágenes que uno querría fueran parte de un film fantástico y no de una película basada en hechos reales.