El drama de los drones.
Un tema candente de la vida real y un gran protagonista suelen ser cartas de presentación auspiciosas en cualquier proyecto cinematográfico. Good Kill posee ambas, pero carece de todo lo demás que define a una película en su calidad. Prácticamente sin línea argumental, este drama bélico remoto norteamericano se lanza a su suerte en la pantalla grande, con la esperanza de que la mera provocación sea suficiente. Lamentablemente no lo es…
Ethan Hawke no muestra lo mejor de sí en esta entrega. El resto del reparto, en cambio, probablemente muestre lo peor. January Jones y Zoe Kravitz por momentos dan vergüenza ajena frente a la cámara. Quizás no sea culpa de los actores, sino de un pésimo guión, por no llamarle inexistente. Más allá de la descripción de su contexto, que sí es sumamente interesante, no hay mucho más para contar en Good Kill. El vacío es suplido con diálogos pobres, escenas dramáticas inverosímiles y muchas explosiones a miles de kilómetros de distancia apreciadas a través de un monitor.
El cine es arte, no política. Si en el trámite de contar una historia, un director logra concientizar al espectador, bienvenido sea; pero nunca puede relegarse el guión a un segundo plano en un drama. Good Kill es, en el mejor de los casos, un intento cinematográfico provocador altamente ineficaz.