A CORRER QUE SE ACABA EL MUNDO
Otra saga distópica llega a su fin, pero no esperen que les vuele la peluca.
Estamos en 2018 y, aunque no lo crean, todavía quedan franquicias young adult por explotar. Si vamos a ser honestos, la saga literaria de James Dashner había quedado un tanto inconclusa, y necesitaba cerrar el círculo antes de que el fandom se olvidara completamente de ella. “Maze Runner” (2014) resultó una propuesta interesante en medio de heroínas distópicas como Katniss Everdeen (“Los Juegos del Hambre”) y Beatrice ‘Tris’ Prior (“Divergente”), pero la segunda entrega ya no convenció tanto y cayó en todos los lugares comunes, sembrando la duda sobre el destino de esta trilogía.
Tras algunos retrasos, llega “Maze Runner: La Cura Mortal” (Maze Runner: The Death Cure, 2018), el desenlace de la historia de Thomas (Dylan O'Brien) y su lucha/venganza contra WCKD (CRUEL), la organización secreta que lo metió en aquel laberinto con la intención de hallar finalmente la cura para la epidemia que está transformando a toda la población en zombies, básicamente.
Estos muchachitos, inmunes a la “llamarada”, ahora tienen la misión de rescatar a Minho, y a cualquiera que lo necesite. Para ello se van a tener que aventurar hasta “la última ciudad”, justamente eso, una metrópoli amurallada y bien custodiada donde CRUEL realiza sus experimentos, y donde los más poderosos sigan con sus vidas como si nada, un poco ajenos al apocalipsis que se encuentra detrás de los muros.
La enfermedad llegó a su pico más alto y muchos creen que el fin justifica los medios. De ahí que Teresa (Kaya Scodelario) haya decidido traicionar a los chicos y colaborar con Ava (Patricia Clarkson) y Janson (Aidan Gillen), torturar a unos cuantos, e intentar sintetizar la tan esperada salvación.
“Maze Runner: La Cura Mortal” no se anda con rodeos y comienza al mejor estilo Mad Max de súper acción. Igual, no tarda mucho en demostrar que es sólo eso, una historia adolescente post-apocalíptica, con crítica social de manual y un poquito de romance.
Al director Wes Ball (mismo de las entregas anteriores) no le importa utilizar todo el tiempo del mundo para trasladarnos de un lugar al otro, recargarnos de escenas de acción y persecuciones, reencuentros y traiciones a lo largo de dos horas y media de película. Hay que destacar que algunas secuencias valen realmente la pena, al igual que sus atmosferas caóticas en contraste con la pulcritud de la última ciudad, pero en definitiva no deja de ser una historia condescendiente para los fans, más allá de que se apegue, o no, al relato original.
“La Cura Mortal” no ofrece nada novedoso, y si somos sinceros, nos trae un final bastante predecible. Ninguno de sus personajes tiene el peso emocional de esos otros protagonistas ya mencionados dentro del género, aunque acá siempre se destaca el trabajo en equipo por sobre todas las cosas. Los villanos se diluyen en estereotipos y el héroe nunca termina de decidirse.
En pocas palabras, la trilogía tenía que cerrarse y Ball decidió ir por el lado más fácil: el de la acción desenfrenada, los conflictos amorosos y esas decisiones que deben ser tomadas. Disparos, explosiones, experimentos, algunos zombies… un poco de todo para llenar cada una de las casillas que le corresponden a este género que estuvo en auge apenas unos años atrás, pero quedó casi en el olvido para el público en general.
LO MEJOR:
- La estética apocalíptica es digna del mejor Mad Max (bueh, tampoco exageremos).
- La secuencia del principio promete una película que nunca llega.
- Da concesiones, pero no tantas cuando se trata de algunos personajes y la violencia.
LO PEOR:
- Una historia demasiado cíclica.
- La falta de personajes con verdadero carisma.