Una aventura adolescente realmente sobrecogedora
A diferencia de otras sagas sobre distopías adolescentes del tipo de "Los juegos del hambre" o "Divergente", esta "Maze Runner" logra momentos de tensión y detalles visuales propios de un verdadero film de terror.
Sobre todo en la primera mitad del film hay escenas que ponen los pelos de punta y que marcan una diferencia notable con otros exponentes de este nuevo subgénero del cine fantástico.
La primer escena es realmente sobrecogedora. Entre náuseas y pánico, un adolescente despierta en una especie de vertiginoso ascensor enrejado que lo conduce a un lugar extraño en una especie de campamento de chicos todos varones- rodeado de enormes paredones sombríos: un laberinto que todas las noches, entre horribles chirridos, cambia de forma, por lo que es verdaderamente insorteable. Para colmo, el laberinto está habitado por unos seres espantosos, los "penitentes", por lo que todos los jóvenes que estan ahí encerrados desde hace varios años saben que nadie que haya intentado pasar una noche en el laberinto pudo volver con vida.
Por supuesto, el protagonista, un muy correcto Dylan O'Bryen, será el encargado de demostrar que tal proeza es posible, en una escena antológica que justifica por sí sola la visión de esta película. El director Wes Ball, un técnico que trabajó tanto en fotografía como en efectos especiales, conoce todos los resortes del cine de terror y también del cine de acción y los pone en juego en esta secuencia y otros momentos realmente intensos de "Maze Runner".
Luego de esta hazaña del protagonista, las cosas cambian en esta extraña especie de prisión futurista, empezando por la aparición de la primera chica en el lugar. A partir de ahí el guión va aclarando lo que el espectador ya adivinaba por la naturaleza misma de este tipo de historias, es decir que éste es un plan de una sociedad futura para hacer alguna clase de test en su población de jóvenes, pero sin embargo la película logra mantener bien el hermetistmo, y sobre todo la acción y el suspenso hasta el final donde, por supuesto, ya se hace referencia a la segunda parte.