Uno año después, y acá estamos, con la flamante secuela de la interesante Maze Runner, que continúa donde su precursora se detuvo, pero que pierde un poco de energía al cambiar de ambiente y de amenaza.
Lo que tanto beneficiaba a Maze Runner en comparación con The Scorch Trials era su intimismo y contención. Debido a su acotado presupuesto, había que ingeniárselas para sacrle provecho a todos los escenarios, y en ese sentido la película de Wes Ball sobresalía por la relación entre el grupo de muchachos encerrados y los diferentes niveles por donde se movían y exploraban dentro de ese gran y peligroso laberinto en el que estaban. La secuela juega mucho con ese espacio contenido, siendo que el primer acto tiene lugar en barracas subterráneas, para luego expandirse una vez que los jóvenes se den a la fuga.
Parecía que la trama de The Scorch Trials sería diferente a otras compañeras postapocalípticas, pero en líneas generales cae en lugares ya visitados del subgénero. Hay cierta oscuridad y maneras siniestras de acercarse a las respuestas que encierra este mundo, pero todo el dinamismo y la adrenalina que Ball le insufla a las escenas de acción y persecución no subsanan que la historia se acerque demasiado a lo que ya vimos varias veces. Y eso es hasta que la película cae en el lugar más obvio, que tanto había separado a la saga de otras sagas juveniles: el fatídico triángulo amoroso.
Dylan O'Brien sigue cumpliendo como el protagonista aguerrido Thomas, y a su lado Kaya Scodelario lo acompaña fervorosamente, pero la introducción de la Brenda de Rosa Salazar es bastante problemático y no aporta mucho a la dinámica que propone la película. Las nuevas caras del elenco - Aidan Gillen, Giancarlo Esposito y Alan Tudyk - apenas si aportan lo suficiente a la trama, pero son actores secundarios muy solventes que son funcionales a la historia.
Como no podía ser de otra manera, The Scorch Trials> termina con un final inesperado, dando lugar a la tercera y ¿última? entrega de la saga. Aún sin ser tan fresca como Maze Runner, la falta de ideas se sobrellevan con buen suspenso y escenas de acción.