Perdidos sin en el laberinto
Cuando la primera entrega de Maze Runner se estrenó hace un año, este cronista celebró la impronta visual y el desparpajo con el que la distopía adolescente imaginada por James Dashner planteaba su universo en el cine.
También celebré, que este tipo de películas, basadas en sagas de libros pensados para jóvenes, permitan el acercamiento hacia el mundo de la lectura por parte de este rango etario, algo que hace tiempo no sucede.
En algunos casos las sagas son transpuestas con mayor o menor fidelidad a la pantalla grande, y en el caso de Maze Runner: Correr o Morir (Maze Runner, 2014) hubo una linealidad narrativa, no así visual, que construyó un film, tenso, emotivo y hasta épico, tomando la historia de los jóvenes que intentaban desafiar las nuevas órdenes impartidas en una fábula que asemejaba la historia con el Gran Hermano de George Orwell dotándolo de grandes dosis de acción.
En esa primera parte la lucha desesperada de los “larchos” por poder escapar de la zona de detención a través de inmensos laberintos llenos de sorpresas, planteaba un concepto clave en una historia que apelaba al escape y al fuera de campo para generar el suspenso.
Pero así como este recurso funcionaba, en la nueva entrega Maze Runner: Prueba de fuego (Maze Runner: The Scorch Trials, 2015) encontramos a los larchos fuera del laberinto y tratando de llegar a encontrar respuestas a las preguntas que tienen y también a contactarse con alguien que los ayude a poder, de una vez por todas, a ser libres y recuperar su pasado.
Porque justamente en ese presente urgente, que los apremia, ningún vestigio del pasado vuelve a ellos para poder, de esta manera, construir su identidad, la que, fragmentada se desvanece en cada intento de rememorar que hacen.
La acción en esta oportunidad se trasladará a los vestigios de la humanidad, donde la corporación WICKED controla todo y roba la vitalidad a los seres, esos mismos que mimetizados con las paredes de los derrumbados edificios los terminarán por acosar sin tregua.
Maze Runner: Prueba de fuego aprovecha la búsqueda de escapatoria para poder, además, profundizar en la relación de la pareja protagónica, la que termina, por requerimiento de la acción, enfrentada en más de una oportunidad. Mientras huyen, y ven como cada persona a la que se acercan y en la que confían inmediatamente los traiciona. Liderados por Thomas (Dylan O'Brien) el grupo primero será abandonado por Janson (Aidan Gillen) quien respondiendo a las órdenes de la déspota Ava Paige (Patricia Clarkson) seguirá escondiendo el secreto tan guardado sobre cada uno de ellos.
Wes Ball aprovecha una vez más el narrar esta historia, pero a diferencia de la primera entrega, el recurso de la huida cansa, y si justamente en ese primer acercamiento al universo de Dashner, prevalecía el respeto por la novela, innovando visualmente (y con algunos claros homenajes a películas como Star Wars: Episodio V - El Imperio Contraataca o Flash Gordon), acá la cruza entre distopía y El señor de las moscas, se deja de lado, acercándola más a The Walking Dead y su precuela Fear The Walking Dead, con zombies incluidos, que a algo nuevo.
Los seguidores de la saga saldrán contentos, pero para quienes, como en mi caso, la primera entrega de Maze Runner fue una sorpresa, en esta oportunidad Maze Runner: Prueba de fuego termina por licuar las oportunidades y el potencial que tenía para avanzar en la narración y ofrece un espectáculo ya visto con anterioridad.