Mazinger Z: Infinity empieza diez años después de que Koji Kabuto frustrara, una vez más, los planes del Doctor Infierno. El piloto se dedica a investigación científica bajo las órdenes de Sayaka. Ambos ejercen sus funciones en un laboratorio de energía fotónica de la que depende la vida cotidiana de toda la humanidad. El descubrimiento de una gran masa debajo del Monte Fuji es el detonante para un nuevo enfrentamiento entre estos viejos archienemigos.
Dirigida por Junji Shimizu (Yu-Gi-Oh!, Toriko 3D) la trama es sencilla y entretenida. La historia plantea de modo clásico principio, nudo y desenlace y se desarrolla sin mayores huecos o incoherencias. Pero a la vez no termina de generar que el espectador se involucre. Si bien ya conocemos a los personajes, se ahonda poco en quienes son, de dónde vienen o qué quieren.
El dilema de Koji Kabuto sobre convertirse en un dios o un demonio nos es ajeno, nos da igual. Lo que si se disfruta cual niño son las peleas. Hay una actualización en las técnicas de animación que hacen más atractiva la imagen general. A la animación tradicional le suma algunos elementos en 3D que adicionan profundidad y movimiento. Vale recordar que Mazinger Z: Infinity está producida por Toei Anumation, productora responsable de Caballeros del Zodiaco o Sailor Moon.
Como trasfondo temático hay una preocupación sobre el medio ambiente, en particular sobre la sostenibilidad. En la aparición de Diana, que vendría a relevar a la mítica Afrodita A, hay un esbozo sobre los límites de la inteligencia artificial. ¿Pueden estos robots tener sentimientos y actuar en base a ellos? Para responder a esta pregunta habría que recurrir a productos como Westworld por ejemplo, aquí no se profundiza. Abre las puertas a determinados temas pero luego se centra en la acción y si querés indagar, allá vos.
Volviendo a lo que mencionaba de las peleas, el uso de la música original y la búsqueda de fidelidad son de lo más destacable. La pregunta es si emociona por apelar a la nostalgia o lo hace por valor propio. Y no, no hace falta responder eso: véanla por sus propios medios.
Mazinger Z: Infinity quizás sea una decepción para quienes se criaron con la serie. Muchas veces nos resistimos a aceptar que el tiempo ha pasado, y que, a fin de cuentas, el cine es un negocio. Si bien continúa con la historia anterior, suena más a reboot para captar público nuevo. Y eso es algo que pone celoso a cualquier fan de antaño. Más allá de cómo repercuta en quienes se criaron con la saga, es entretenida, llevadera y emociona por momentos. Recomendable para ver, pero fácil de olvidar.