El regreso de un gigante
En el 45 aniversario del mítico manga, Mazinger Z vuelve, esta vez, en forma de película y bajo la dirección de Junji Shimizu, encargado de un corto del popular Yu-Gi-Oh! y de cuatro episodios del también exitoso Slam Dunk, todo por supuesto dentro de la animación japonesa conocida como animé. En el caso de Mazinger Z: Infinity, el formato es el mismo y la historia transcurre diez años después del último enfrentamiento entre el mecha más famoso y su enemigo, el Doctor Infierno.
El mundo del manga (cómics japoneses) y el animé (animación, ya sea para TV o cine, de ese mismo país) hace rato que dejó de ser consumido por una minoría que buscaba una alternativa al bombardeo estadounidense en términos de novelas gráficas, películas y series de televisión. Así, gigantes como Dragon Ball, Los Caballeros del Zodíaco, Sailor Moon o Pokémon son títulos ya conocidos para el gran público. Pero esto no acaba ahí. Desde historias de lo más fantásticas hasta relatos de altísima profundidad y temáticas adultas, el del manga y el animé es un universo de lo más basto e interesante de explorar con historias como la de Mazinger Z, tal vez no tan popular como las antes mencionadas pero con una rica historia que atraviesa diversos formatos y que la ubican como una de las referentes del género de los mecha o robots gigantes (el reciente estreno de Titanes del Pacífico es una buena referencia de esto para quienes no son consumidores de la temática).
Una década ha pasado desde que el héroe robótico que le da nombre a esta historia se enfrentara con el malvado Doctor Infierno. En este contexto, Koji Kabuto, piloto encargado de comandar a Mazinger Z a la victoria, es un próspero científico en el laboratorio de energía fotónica que dirige Sayaka Yumi, hija del fundador de esta prestigiosa institución que básicamente tiene el control de la comunicación, el transporte y la vida en general de las personas. Por su parte, el profesor Yumi, lejos de borrarse de la escena cuando el mando de su empresa cayera en manos de su hija, es ahora el Primer Ministro de Japón, paso lógico dada su popularidad y llegada con la gente. Cuando una misteriosa forma de vida (de enormes proporciones, lógicamente) aparece en las inmediaciones del Monte Fuji, el profesor debe recurrir a la ayuda de Koji y Mazinger Z, dando inicio así a un nuevo enfrentamiento entre las fuerzas del bien contra su más temible enemigo.
La lógica pregunta que se presenta cuando una historia clásica hace una reaparición consiste en las triquiñuelas a las que recurrió para mantenerse vigente sin atentar contra todos esos elementos que la convierten en un clásico. Y en este sentido, me temo que no hay muy buenas noticias. Si bien en términos visuales y de presencia de escenas de acción la película es un canto al viejo animé y al manga que lo viera nacer, la historia central es bastante pobre mientras experimenta una constante caída en términos narrativos que desemboca en un desenlace tan insípido como decepcionante. Y si a esto le agregamos que ese toque de frescura se lo quisieron dar mediante temáticas como la importancia de la ecología en favor de la sostenibilidad, la aplicación de la energía limpia fotónica como el combustible del futuro y pobres acercamientos al tema de la inteligencia artificial, terminamos de redondear una obra que visualmente se destaca pero que a la hora de contar una historia descansa olímpicamente en el bagaje que implica tener en su título el nombre Mazinger Z.
La nueva Mazinger es una buena oportunidad para que los fanáticos reactiven algunos puntos nostálgicos que parecían dormidos pero falla estrepitosamente en la captación de un nuevo público que, paradójicamente, bien pudiera estar esperando un buen animé al que dedicarle su tiempo.