Mentime que me gusta
Si tendríamos que hacer un balance de las comedias románticas producidas y protagonizadas por Adrián Suar (a esta altura el Adam Sandler argentino), sin dudas diríamos que una de las mejores es Un novio para mi mujer (2008), la película donde compartía cartel con Valeria Bertuccelli en una química perfecta entre ambos, sostenidos por el guion del siempre efectivo Pablo Solarz y la dirección de Juan Taratuto, que destacaba los puntos fuertes del equipo técnico y artístico.
Me casé con un boludo (2016) viene a reiterar ese dream team artístico en escena aunque vale aclarar que no es una continuación. La historia ubica a Adrián Suar en el rol del actor estrella Fabián Brando, un insoportable y egoísta ser humano que arrastra lo peor del éxito farandulero. Le toca compartir cartel con la desconocida Florencia (Valeria Bertuccelli), sólo en escena por ser la amante del director que interpreta Gerardo Romano. Se enamoran en escena y casan en público pero en la intimidad ella descubre haberse casado con el boludo del título. Al enterarse él antes que ella se lo diga, el tipo recurre al guionista de la película para que le escriba un personaje “acorde” al esperado por ella. Aunque, claro está, la mentira tiene patas cortas.
Como tantas otras películas de la factoría Pol-ka, Me casé con un boludo es una comedia convencional. ¿Qué quiere decir esto? Que a nivel técnico es impecable, que no tiene sobre saltos formales y cuenta con un buen ritmo narrativo. Similar al de cualquier comedia romántica norteamericana ha la que emula concientemente (el plano inicial de los edificios para “abrir” el film es un ejemplo). Tampoco hay que esperar cuestionamientos existenciales profundos y mucho menos una crítica social que pueda molestar a nadie.
En esos parámetros se edifica la película que funciona como producto de entretenimiento aunque no esté a la altura de Un novio para mi mujer. ¿Por qué? Porque Un novio para mi mujer giraba alrededor de Valeria Bertuccelli, la gran actriz para la comedia cuyos estallidos de angustia ocasionaban las carcajadas de la película. En Me casé con un boludo el personaje que cambia primero es el de Adrián Suar, con reconocible carisma para la comedia pero sin la versatilidad de su compañera de elenco. De hecho sobre el final es el personaje de ella el que cambia de actitud y la película crece exponencialmente.
El tema a instalar es la hipocresía en las parejas: “hay que mentirse (actuar) para llevarse bien” y el juego entre la imagen ficticia del mundo del espectáculo contrapuesta a la real detrás de ella, marca el fuerte de los chistes del film acerca del show business con varios cameos de famosos haciendo de ellos mismos, y un final acorde que no adelantaremos. Pero y como en toda película de Suar, la crítica es tan superficial como para no herir susceptibilidades que termina por quedar en el aire (del mismo modo que ciertas chicanas al progresismo o confort de los famosos) redondeando un entretenimiento efectivo para pasar un rato ameno y no mucho mas.