Un minimalismo arrollador
Estrenadas en el Festival de Mar del Plata 2012 y en el Bafici 2013, respectivamente, Me perdí hace una semana y AB retratan la rutina de una serie de personajes sometidos a los efectos de situaciones ordinarias.
Dos películas retroalimentadas por sus similitudes formales y temáticas. Dos películas que afirman y reafirman la decisión de complejizar un universo artístico propio mediante la expansión sensorial de sus protagonistas. Dos películas teñidas del mismo espíritu crepuscular que, como se lee acá al lado, invadía a su director. Dos películas con una cámara que filma emociones, que se mueve con la suficiente sabiduría para detectar el pulso de las situaciones, el peso de los silencios, la preponderancia del gesto, la autenticidad no sólo de la mirada, que se permite mirar y capturar las particularidades del entorno. Estrenadas en el Festival de Mar del Plata 2012 y en el Bafici 2013, respectivamente, Me perdí hace una semana y AB son historias de un minimalismo arrollador dedicadas a retratar la rutina de una serie de personajes sometidos a los efectos de situaciones ordinarias. Pero Iván Fund, parafraseando a Sun Tzu en El arte de la guerra, entiende que la clave está en hacer extraordinario aquello que a priori no lo es, convirtiendo a los aquí y ahora de sus films en el punto exacto en que el pasado se va para convertirse en un futuro hasta entonces inminente.
Los cuatro protagonistas de Me perdí hace una semana parecen haberse perdido hace bastante más tiempo que el indicado por el título. La joven pareja, quizás desde el inicio de la convivencia. Se entiende, entonces, el laconismo de ella y los abrazos silenciosos de él, como si supiera que la aventura del techo común no es lo que debería ser. Michi lo está desde que busca a su perro, mientras que el quiebre de Eva (Eva Bianco, también vista en Los labios) llegó ante la certeza de la soledad y el deseo de ser madre otra vez. Fund muestra el entrecruzamiento del cuarteto, dedicándoles el tiempo necesario para oírlos y acercando la cámara hasta convertirla en un sismógrafo de sus sentimientos y angustias –la escena del baño es notable en ese sentido–, todo atravesado por disquisiciones en off de los mismos personajes acerca de las motivaciones detrás de un ejercicio creativo. Disquisiciones que son, tal como afirma el cineasta, las suyas. Así, Fund continúa, como desde la notable Los labios, dirigida junto al aquí coguionista Santiago Loza, explorando, indagando y amalgamando documental y ficción sin que esto implique la conversión de su film en un ejercicio académico o formalista.
Surgida de un programa de coproducciones del festival Cph: dox, AB está filmada a cuatro manos junto al danés Andreas Koefoed, pero es una acentuación de todas las constantes del cine del santafesino. Acentuación y depuración. Quizás por la metodología comunitaria o por la cercanía del realizador con las situaciones argumentales, Me perdí hace una semana tendía a un cierto grado de dispersión sobre el desenlace, como si el propio director no supiera muy bien qué hacer con sus personajes. Aquí, en cambio, la preocupación humanista alcanza el punto más alto en toda la filmografía de Fund. Centrada en el acompañamiento de dos amigas (Araceli y Belén, las mismas de Hoy no tuve miedo) a las que se les avecina el final de una adolescencia forjada al calor del compañerismo y la simbiosis generada por miles de hora de rutina compartidas, AB es un sensible retrato elegíaco sobre las elecciones y los cambios de rumbo que éstas conllevan. Su desenlace, atravesado de punta a punta por un extenso relato en off escrito por Loza, es quizás la mejor clausura posible para la etapa de un cineasta a quien, al igual que a sus personajes, se le presenta un futuro pleno de posibilidades delante de sus ojos.