Collage de seres urbanos
Hace años que Martín (Javier Drolas) lucha por superar su agorafobia, que sobrevino luego de una ruptura amorosa. Si los departamentos porteños son, como él dice, una suerte de reflejo de quienes los habitan, su cabeza es un cajoncito atiborrado y desesperante. Pese a su relativa inmovilidad, Martín no deja de pensar, de intentar, de buscar... ¿qué? ¿La cura a su fobia? ¿Relacionarse con otras personas? ¿Cambiar su vida? Entre noches de insomnio y reflexiones existenciales, Martín encontrará la manera de ir superando esos miedos y retornar al paisaje urbano que actualmente lo espanta.
Mariana (Pilar López de Ayala) acaba de separarse luego de cuatro años en pareja y recuerda esa parte de su vida como si le hubiera sucedido a una extraña. En tiempo récord, se instala en su viejo departamento de soltera, un caos en permanente transformación que se siente libre de llenar a placer. ¿Con qué? Por ejemplo, maniquíes: arquitecta frustrada, trabaja arreglando vidrieras en coquetos negocios del Bajo y del centro de Buenos Aires. La anarquía hogareña es su revancha contra la soledad y es en el interior de ese dúplex donde puede dar rienda suelta a sus angustias, sintetizadas en la imposibilidad de encontrar a la persona adecuada en medio de una ciudad atestada de gente.
En su largometraje debut, Gustavo Taretto redobla una apuesta planteada en 2004: en aquel momento "Medianeras" era un cortometraje. Hoy, años después de la crisis que inspiró la propuesta original y si bien este nudo se retoma, el director se revela maduro, un trabajador a conciencia que consigue construir una historia sólida a partir de pocos personajes transitando el espacio enorme, anónimo, de la gran ciudad.
Sin miedo a la mezcla, Taretto combina anécdotas de Buenos Aires con referencias a la cultura popular, se toma a la chacota los mitos que circundan a la era digital, ahonda en los prejuicios que jamás se verbalizan pero que se pueden palpar en la mirada esquiva de dos personajes y, en el medio, propone remansos visuales y musicales que complementan la historia de Martín y Mariana.
Más allá de algunos devenires en el ritmo narrativo (por momentos la historia se ameseta, las líneas de diálogo bordean la literatura de autoayuda), se trata de una propuesta que atrapa desde el primer fotograma y lleva al espectador al territorio incierto de las relaciones humanas. Un ámbito que puede generar terror o esperanza, pero que es siempre el escenario de una de las mayores aventuras de la vida: el encuentro.