Anexo de crítica: Para quienes hayan seguido su obra no es nada novedoso el recurso del homenaje en el director Neoyorkino en películas como La rosa purpura del Cairo, en la cual también un elemento fantástico actúa como puente para fusionar dos mundos antitéticos, por no citar claro está a su obra maestra Manhattan. Claro que Manhattan no es París en un doble sentido: como película y como espacio cinematográfico en sí mismo y además Woody Allen tampoco es el mismo de aquellos años dorados. Sin menospreciar este nuevo intento que es justo decir apuesta al romanticismo y a la nostalgia desde el minuto cero, despojado de toda la impronta nihilista y psicoanalítica del siempre presente universo Allen, Medianoche en París es un sentido y honesto folletín que realza las postales de la ciudad luz como sólo el director puede hacerlo, aunque el desfile de personajes reconocibles a la larga se vuelve caricaturesco y poco interesante teniendo en cuenta las personalidades y la época retratada, donde la reconstrucción de cada detalle merece toda nuestra atención. Por ese motivo y en sintonía con la experiencia del protagonista, quien escribe prefiere el pasado del director de Crímenes y pecados y no tanto su presente, aunque eso implique obstinarse en volverlo a soñar...