Una comunidad de peluqueros que cada año participa de un concurso se ve conmovida cuando es encontrado el cadáver de uno de ellos y encima con el cuero cabelludo arrancado. El misterio respecto de tan brutal asesinato y la lógica perplejidad, angustia y temores de todos aquellos que conocían a la víctima son el punto de partida de un relato que combina lo sofisticado y lo vulgar, la tragedia con la comedia, el cine de género con un espíritu clase B.
Aunque en la entrevista que le hice a Hardiman (ver debajo) habló de otras referencias como Nashville, de Robert Altman; o Slacker, de Richard Linklater), Medusa Deluxe me remitió en su uso del humor negro y su mixtura entre la alta y la baja cultura a la filmografía de Peter Strickland. Rodada con Steadicam en lo que aparenta ser un único plano-secuencia y un aspect ratio bastante cuadrado de 4:3, la película evita caer en el regodeo y la ostentación para conseguir una bienvenida cercanía (intimidad) a la hora de seguir el derrotero y retratar las miserias de los distintos personajes (el protagonismo es coral).
Puede que la película resulte algo frustrante para los cultores del policial más tradicional, esos que necesitan que todo tenga una justificación y una explicación plausible. En ese sentido, Hardiman apuesta más a la deconstrucción de los distintos elementos de su historia que a la clásica construcción de suspenso, tensión e intriga.
Medusa Deluxe es un film de climas, de atmósferas, una apuesta por la vertiente más lúdica y por momentos experimental del cine que se permite huir de los cánones habituales del thriller para incursionar en el musical más delirante. Con la irreverencia y la audacia de una ópera prima visualmente deslumbrante y (pre)destinada a llamar la atención.