Megalodón

Crítica de Alan Schenone - Proyector Fantasma

El mar no siempre es tan sabroso
Qué puede salir entre la mezcla de Jason Statham (Rápido y Furioso 8 ),un tiburón gigante de millones de años atrás, una co-producción china-estadounidense y una dirección bajo el polifuncional Jon Turteltaub (La búsqueda /2004) ? La respuesta no sorprenderá: Megalodón (2018), la adaptación de la novela escrita por Steve Alten MEG: A Novel of Deep Terror (1997) cuyo guión fue adaptado por Dean Georgaris (El mensajero del miedo), Erich Hoeber (Red 2) y Jon Hoeber (Battleship).

Llegando a las primeros metros de la orilla debemos sacudirnos la arena y explicar lo que es un Megalodón: una especie extinta de tiburón que existió en nuestro planeta hace más de 2,6 millones de años durante el Cenozoico. Un descendiente directo del tiburón blanco pero todavía más amenazador, temerariO que llegó a alcanzar entre 18 y 30 metros pesando más de 60 toneladas. En Megalodón, un agente de rescate deberá volverse a poner el traje de neopren para acudir al llamado de rescate de un grupo de científicos en el cual, curiosamente, se encuentra su ex-esposa.

En estos cliché cae, se sumerge y confunde Megalodón. ¿Por qué? Porque nunca termina de definirse sobre qué clase de película elige ser. Sí quiere parecerse a una película de consumo irónico como fue Sharknado, aclamada por sus fanáticos u otra relacionada al terror y el suspenso como fue Tiburón (1975) de Steven Spielberg marcando tendencia e historia sobre el terror en las profundidades. En esa dicotomia se desenvuelve Megalodón, logrando su cometido: entretener. Megalodón contó con el respaldo de un estudio de la envergadura de Warner Bros. con un gran presupuesto de 150 millones de dolares, similar a otras películas de este año como Pacific Rim: Insurrección o Ready Player One, también de Spielberg.

Sin embargo, la producción apostó a co-producir el film junto a China para así abrirse paso en el mercado oriental de millones de espectadores. Bingbing Li es la figura rutilante de este país que acompañará a Statham para ser su co-protagonista y otra vez recaer en los clichés de siempre: una madre independiente que debe hacerse cargo de su hija mientras que su ex-esposo disfruta con otra mujer en una país paradisíaco.

En estos focos es donde Megalodón resigna puntos para no decidir cual es su objetivo como película. No por caer en los clichés del género sino por no embarcar de una vez y profundizar sobre lo que quiere llevar a escena. Más allá del entretenimiento, con muchas escenas con un gran carácter audiovisual mediante la grata utilización de sus efectos especiales, el film queda a mitad de camino por lo inverosimil de su relato pero con protagonistas que se manejan todo el tiempo en esa delgada línea por tratar de hacer creíble el relato cuando no lo es.

Megalodón entretiene en su objetivo final pero queda demasiado expuesto a un guión inexistente, personajes superficiales, burdamente explotados y sin contenido. Lo importante no recae en que sea poco creíble lo que expone, sino en que no construya un camino conciso y directo para hacer una buena película de estas envergaduras. Los personajes no son carismáticos ni logran producir una empatía con el espectador, desde su figura rutilante como el cast que lo acompaña. Ni siquiera ese elemento gore, tan esperado en películas de este género, tuvo lugar en la película: una de las escenas -tal vez más esperadas para el desarrollo de esta actividad- terminó por no suceder dejando al espectador con ganas de ver lo que realmente iba a buscar al cine.