Las películas sobre tiburones conforman un prolífico subgénero: desde ese clásico de clásicos que es Tiburón hasta la saga de Sharknado, pasando por Alerta en lo profundo, Mar abierto o la reciente Miedo profundo.
Megalodón retoma ciertas tradiciones del subgénero, pero su apuesta en todo sentido es gigantesca: en presupuesto, en el tamaño del tiburón, en la figura protagónica (Jason Statham) y en su búsqueda de conquistar al cada vez más importante mercado chino con personajes de ese origen y varias escenas ambientadas en ese país. Statham es un experto en rescates en las profundidades ya retirado luego de una traumática operación en un submarino, que se ve forzado a volver a trabajar en el laboratorio de una plataforma científica ubicada en altamar, financiada por un millonario. Hay cierta tensión romántica con una mujer china y una acumulación de ataques del megalodón. El film de Jon Turteltaub tiene la espectacularidad propia de una superproducción con sostificados efectos visuales y hasta escenas de masas, pero aun con sus buenos momentos de humor negro y con el aplomo de Statham deja una sensación agridulce. Los atractivos están, pero el resultado es menos convincente y estimulante de lo que prometía.