Un villano casi favorito
El genial Wimpi* dijo alguna vez que "si los malos supieran qué buen negocio es ser bueno, serían buenos hasta por negocio". Dicha frase bien podría ser la base de esta pequeña fábula animada que la factoría Dreamworks presenta con la solvencia técnica a la que nos tiene acostumbrados, y el hoy indispensable 3D que garantiza la ganancia que la industria requiere para llevar adelante estos proyectos.
La historia comienza cuando dos bebés son enviados desde sus planetas a la Tierra, al igual que en la de Superman, para salvarlos de la extinción. Uno cae en casa de padres adorables y el otro en el patio de una penitenciaría. El primero llega a ser Metroman, héroe de la ciudad, y el otro se convierte en Megamente, el villano dedicado al arte de perfeccionar sus ataques contra el héroe.
Cierto día, Megamente consigue exterminar a Metroman y a partir de entonces su vida se vuelve aburrida al no tener con quien pelear. El plan que pone en marcha para volver a la acción y poder desarrollarse como villano se topa con cuestiones que la razón no comprende, deparándole un destino diferente al planeado.
Todo está perfectamente calculado en este filme que tiene bastante de fórmula y no busca quedar en la memoria popular, apenas sí entretener y ser productivo hasta que el próximo producto salga a la luz. Clásicos del rock como AC/DC, Ozzy, Guns n´Roses y George Thorogood suenan para establecer cierta familiaridad musical con el espectador, mientras la banda sonora compuesta por Hanz Zimmer aporta el sostén preciso en las escenas de mayor acción, las que, dicho sea de paso, logran sacar provecho del 3D y brindar una experiencia recomendable mas no indispensable.
Desde ya recomendamos eviten la versión doblada al castellano y vean la original con las voces de Will Ferrell, Brad Pitt y Tina Fey, entre otros.