Megamente

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Super héroe se busca

¿Qué sería del mal sin el bien?, resulta más que satisfactorio que un film animado destinado a la platea infantil parta de una premisa tan profunda para desarrollar una historia de ¿autosuperación? en la figura de un supuesto villano, que luego de acabar con su antagonista Metroman -casi por azar- se queda solo, abandonado y aburrido sin un propósito de lucha porque su destino siempre estuvo signado por la derrota.

Con ese pequeño prólogo podríamos decir que Megamente, la nueva apuesta de DreamWorks es uno de los films más originales en cuanto a animación se refiere y como tal ese grado de originalidad, que apela a la acumulación de situaciones y gags, lo limita y le hace perder consistencia a medida que avanza. Sin embargo, si se tiene en cuenta el antecedente de Mi villano favorito (también protagonizado por un malo) es justo decir que en este caso la transformación del protagonista se produce pausada y coherentemente.

No obstante, más allá de los Iindiscutibles aciertos a nivel técnico tanto en los escenarios construidos digitalmente como esa metrópolis rebautizada metrociudad; de la indudable apariencia y fisonomía de los personajes en correlación directa con los actores que prestaron sus voces, entre los que sin duda se destacan Will Ferrell (Megamente), Brad Pitt (Metro Man), Tina Fey (Roxanne), Jonah Hill (Titán) y Ben Stiller (Bernard), el principal escollo que no logra superar el film de Tom McGrath es el de la ambivalencia en los personajes. Más allá de los maniqueísmos -que siempre es bueno evitar- la historia no tiene un buen villano ni tampoco un atractivo antagonista, dado que el primero desaparece muy rápido de escena y el sustituto no le llega ni a los talones.

El personaje que funciona llamativamente como contrapeso y equilibra la balanza es el de la periodista Roxanne, mitad ingenua y mitad cínica, que opera como elemento de discordia y en definitiva es el único propósito válido para que Megamente y su nuevo antagonista Titán actúen.

Para terminar, resulta simpática la referencialidad constante a Superman, tratando de desmitificar -aunque más no sea como un juego- al gran héroe americano.

Megamente se queda a medio camino entre lo que podría definirse como film animado políticamente incorrecto y film animado convencional y conservador.