Desafiando prejuicios en la tercera edad.
Esta comedia dramática dirigida por Zara Hayes y protagonizada por Diane Keaton aborda temas como la vejez, la amistad, la enfermedad y la liberación femenina, aunque de manera muy superficial.
El personaje de Keaton, Martha, es una mujer soltera, sin hijos, de unos setenta años que, aquejada por un cáncer terminal, decide vender todas sus cosas e instalarse en una comunidad de retiro en Georgia. Las reglas del lugar marcan que todos los habitantes deben unirse a un club o formar uno por su cuenta. Martha se hace muy amiga de una vecina, Sheryl (Jacki Weaver), y juntas tendrán la alocada idea de crear un club de porristas, un viejo sueño de juventud de Marha que nunca había podido concretar.
A ellas dos se sumarán seis mujeres más, todas de la tercera edad. Pese a la dura oposición del concejo municipal liderado por Vicki (Celia Weston), las ocho integrantes de la troupe se saldrán con la suya y participarán de una prestigiosa competición, entrenadas por la joven porrista Chloe (Alisha Boe), que es estudiante de un colegio secundario de la zona.
El guion de Shane Atkinson presenta un grave problema: la precariedad en la conformación de los personajes. En el caso de Martha, sabemos que tiene un cáncer terminal y que desiste de realizar el tratamiento pero no queda claro por qué. Lo mismo sucede con Sheryl, su amiga inseparable, de quien tenemos pocos datos, y así sucesivamente con el resto de los roles. La trama es muy pobre; la intención parece ser la de lograr la emoción del espectador al ver la desfachatez de estas señoras mayores que desafían todos los prejuicios de la sociedad y de sus familias para materializar una especie de liberación. Sin embargo, el objetivo de la emoción apenas se consigue, ya que por momentos la historia se vuelve errática y aburrida.
Un aspecto positivo del film es que rescata y pone en un primer plano el valor de la amistad, a través del vínculo entre Martha y Sheryl, que se afianza cuando esta última se entera de la enfermedad que sufre su vecina y compañera; se nota una química entre ambas actrices que traspasa la pantalla.
En cuanto a las actuaciones, Diane Keaton pone todo su desparpajo y gracia al servicio de la historia, muy bien acompañada por Jacki Weaver, Rhea Perlman y Pam Grier. En tanto, Alisha Boe, como la joven porrista que se rinde ante el afecto de estas señoras y las adopta como sus abuelas, demuestra mucho carisma en su papel. A su vez, es correcto el trabajo de Charlie Tahan como Ben, el joven secretamente enamorado de Chloe que prepara la música para las presentaciones de las porristas.
En definitiva, el objetivo de conmover al espectador queda trunco a partir de un guion lineal y previsible, que no profundiza en nada. Se logra transmitir el mensaje de que la vejez y la enfermedad no deben ser un obstáculo para cumplir aquellos deseos de juventud no concretados en su momento. Sin embargo, esta idea queda opacada por la flojedad en la trama, especialmente en la construcción de los personajes. Sólo la interpretación de una figura mayúscula como Diane Keaton, alma máter de la película, así como la de sus compañeras de elenco, salva una narración sostenida por alfileres.