Un planeta se acerca a la Tierra, va a dar un giro transitando por la orbita terrestre y luego seguir su marcado trayecto, el margen de error sobre los cálculos de trayectoria son menores, no obstante la tensión crece y una subtrama apenas vinculada con este acontecimiento abarca más de las ¾ partes de este tedioso film: un casamiento.
El film está claramente divido en dos partes, los nombres de las protagonistas: Justine y Claire.
Una fiesta donde las conductas humanas de todos los integrantes de una familia sobrepasan la cordialidad. Kirsten Dunst, una actriz que cuida demasiado las elecciones en su carrera cinematográfica, interpreta a Justine, la mujer demandante, no certera sobre su decisión de casarse, de bajos ingresos frente a la nueva pareja (Kiefer Sutherland) de su suegra Claire (Charlotte Gainsbourg), quien gasta desproporcionadas cantidades de dinero para producir una fiesta de casamiento a todo glamour. Su padre biológico, interpretado por John Hurt ni se habla con su ex esposa (Charlotte Rampling), quien festeja brindando una de las mejores escenas del film, un discurso pre casorio excepcional.
Justine es melancólica, casi depresiva. No se acerca a su nuevo y flamante esposo, lo esquiva, reacciona de una manera muy tranquila ante el posible evento que está por suceder. Por el contrario, Claire, es lo opuesto, una mujer preocupada por su hijo, que piensa que correr por buscar refugio pueda salvarlos de la inminente tragedia a punto de suceder. Los animos, los comportamientos son diversos y Von Trier puntillosamente los exhibe con las cuidadas secuencias filmadas a más de 24 fotogramas por segundo, música incidental por detrás y una historia chata con un trasfondo de impacto esperable de un film de Roland Emmerich.