Lars von Trier es uno de esos directores que no dejan sensación de indiferencia en el espectador luego de ver una de sus películas, pese a que muchas de sus obras no contemplaron ni satisficieron las expectativas. Aquí vuelve a repetirse la cuestión, el director tiene en su poder ideas originales y muy bien pensadas, pero falla en la manera en la que las lleva adelante, dejando de lado toda profundidad necesaria en los personajes y centralizándose en la superficialidad más sencilla de los hechos.