TODOS LOS DONES
¿Otra de zombies? Sí, pero también mucho más que eso.
Mientras los zombies en TV continúan estancados en el mismo ciclo narrativo, el cine ha encontrado formas de revitalizar el género. Desde el ¿romance? de Mi novio es un zombie (“Warm Bodies”, 2013) hasta la acción claustrofóbica de Tren a Busan (“Train to Busan”, 2016), queda claro que hay alternativas al momento de contar una historia en un mundo plagado por no-muertos. En ese contexto llega (tarde) Melanie: Apocalipsis zombie (“The girl with all the gifts”, 2016), la adaptación de Colm McCarthy de la novela de 2014 de Mike Carey (también encargado del guión).
La niña dueña de todos los dones es Melanie (Sennia Nanua), una “hungry” de segunda generación. Esto significa que Melanie no se infectó directamente con el hongo que amenaza con terminar con la vida como la conocemos, sino que contrajo el virus en el vientre materno y por eso conserva la inteligencia y capacidad emocional humana – aunque haya salido a mordida limpia del cuerpo de su madre.
Melanie y todos los niños como ella son la clave para encontrar una cura. O por lo menos de eso está convencida la Doctora Caroline Caldwell (Glenn Close), la científica principal del búnker militar donde van a convertirse en ratas de laboratorio estos hungries 2.0. Close da en la tecla con un personaje que se muestra inmutable ante la necesidad de sacrificar niños (no niños zombies, sino niños con emociones) para salvar a la humanidad, alejándose de la caricatura de “científico frío sociópata”. Las decisiones y las motivaciones de Caldwell están basadas en la lógica y en la búsqueda del bien común.
Del otro lado del espectro se encuentra la señorita Justineau (Gemma Arterton), la psicóloga/maestra del grupo de niños, que es la única en la base que crea empatía con los “especímenes” y se preocupa por su bienestar. Justineau es la brújula moral de la historia, la única dispuesta a aceptar a Melanie y los suyos como lo que parecen ser en realidad: el siguiente eslabón de la cadena evolutiva.
El trío principal de adultos lo completa el Sargento Parks (Paddy Considine), el líder de la base y el más desconfiado de los niños. Parks tiene razones para mostrarse arisco: esta nueva generación de hungries es funcional, pero no perdió el ansia por carne viva. La única forma de mantenerlos a raya, más allá de la restricciones (de ahí la máscara a-la-Hannibal Lecter), es utilizando un gel que bloquea el irresistible aroma humano.
El gel también funciona para los infectados de primera generación, que tienen sus propias particularidades. Mientras que en “modo caza” son ágiles como los de 28 Días Después (“28 Days Later”, 2002), cuando no están estimulados entran en una suerte de “modo ahorro de energía” en lugar de estar caminando sin rumbo – una invitación al sigilo y a situaciones de tensión extrema.
Como se ve en los trailers, no pasa mucho antes que la base militar sea arrasada por una horda de infectados y el pequeño grupo de sobrevivientes se vea obligado a movilizarse a Londres, donde esperan encontrar algo más que desolación.
Melanie: Apocalipsis zombie se convierte entonces en una road movie de terror con todos los elementos propios del género que no reniega de sus influencias (el cine de Boyle, las referencias a Romero, y hasta un poco de The Last of Us en esta Inglaterra que la naturaleza a reclamado nuevamente). Sin embargo, la decisión de contar la historia desde el punto de vista de Melanie convierte la película en una extraña y atractiva mezcla de trascendencia generacional, supervivencia y terror. Mientras que los humanos buscan recuperar su lugar en el mundo, Melanie intenta encontrar el propio.
Más allá de la fotografía y musicalización, que aportan mucho a la ambientación y la sensación de un mundo abandonado pero vivido y realista, la película funciona tan bien por responsabilidad del elenco. Close combina determinación con fragilidad de manera impecable, Arterton es puro corazón y Considine es un perfecto militar en conflicto consigo mismo. Sin embargo todos los aplausos se los lleva la debutante Sennia Nanua, que conjuga la inocencia y curiosidad infantil propia de una niña de su edad con la supervivencia primitiva que su naturaleza y el contexto le piden. Nanua es una joya que se carga la película en los momentos más extremos sin pestañear.
Melanie: Apocalipsis zombie es una historia de personajes, su desarrollo y su aceptación del inevitable nuevo orden. Con un presupuesto limitado Colm McCarthy saca lo mejor de un gran elenco para darle forma a un relato alejado de la acción convencional del género y enfocado en el dilema moral que representa la llegada de estos “zombies con conciencia”.