La mayoría de las veces el cupo de “la de terror de la semana” es ocupado con productos de dudosa procedencia y/o calidad, pero en esta ocasión no es así. Alex Garland llega a las salas de cine con su última película, “Terror en las sombras”, cuyo título en inglés es “Men”. Para quienes no conozcan aún al director, en el año 2014 su ópera prima “Ex Machina” era una de las aduladas por la crítica especializada. Llegando a calificar al director como una joven promesa a futuro.
Luego de presenciar cómo su ex pareja se suicidaba, Harper planea una viaje tan solitario como curativo a un pequeño pueblo rural de Inglaterra. Pero no está sola, sus recuerdos la acompañarán en cada momento. Todo parecería relativamente normal, hasta que comienza a sentir que algo la persigue. Lo que debería ser una tranquila semana al aire libre se convierte en una pesadilla perturbadora de horror folk con pintorescos toques de body horror.
Nos encontramos aquí con un producto que posee tantas virtudes como desventajas. Por nombrar algunas de las primeras, la atmósfera creada es en momentos clave agobiante e incómoda. Visualmente asombrosa, tanto desde la puesta de cámara como los decorados y el arte. Las interpretaciones son más que correctas, Jessie Buckley deslumbra con su personaje perturbado. Por su parte Rory Kinnear encarna varios papeles de manera magnífica y aterradora por igual.
¿Entonces por qué no estamos hablando de una obra maestra o encumbrado como una de las mejores películas del año? Se debe a varios motivos, el principal es que se estrenó a destiempo. No me refiero a días o meses, sino años. Una década atrás, incluso un lustro este producto hubiera sido completamente disruptivo. En cambio ahora su mensaje e intención quedan burdos, desfasados en el tiempo. Cómo contar el resultado de un partido con el diario del lunes.
No está mal querer plasmar como las “mujeres” se sienten amenazadas y/o aterradas por los “hombres”, utilizando las mismas terminologías binarias que plantea el audiovisual. Empero el error no es conceptual sino direccionar. La voz detrás de esta historia no debería ser parte del aparato amenazador, sino del amenazado. Si es que se quiere obtener una visión más fiel a la problemática.
Pero dejando de lado los conceptos que tal vez puedan mutar según los ideales de cada quien, la película hace ruidos por otros lados. Uno de los mayores problemas de Garland, que también sufren otros autores, es que fue denominado como un director consagrado con tan solo una película en la mochila. Un gran peso que solo deja la vara muy alta y la necesidad de volver a repetir lo conseguido con todas sus próximas producciones.
Tal vez es por eso que elige subirse a la ola del “terror elevado” y explotar todos sus tropas al máximo. Su impecable apartado estético es inapelable, como también el apacible avance de la trama son signos de esto. O, sino es que también, elige explotar uno de los temas coyunturales del momento con tal de hacer más ruido. Generando así una sensación de falta de autenticidad en la película.
Sin embargo Alex Garland consigue mantener al espectador al borde del asiento y en más de una ocasión subir las pulsaciones del corazón. “Terror en las sombras” como película de terror funciona, ya que repite cosas que ya vimos en algunas otras del mismo tipo. Con un magnífico momento de body horror, muy cronenberniano. Y si bien posee fallas conceptuales, tanto su apartado técnico como sus interpretaciones la sacan a flote.