El director de «Ex Machina» (2014) y «Annihilation» (2018), vuelve a la pantalla grande con «Men», un relato de terror que reflexiona y teoriza sobre la violencia de género, el machismo, la pérdida y otras tantas cuestiones. ¿El resultado? Un film más evidente y desprolijo que sus primeras dos incursiones cinematográficas, pero con ciertas cuestiones interesantes, aunque no alejadas de la polémica.
Alex Garland tiene, por el momento, un pequeño pero muy heterogéneo andar por la industria cinematográfica. Arrancó más que nada escribiendo, de hecho, su primer vínculo con el cine fue cuando su novela «The Beach» fue adaptada en una película homónima protagonizada por Leonardo Dicaprio y dirigida por su compatriota Danny Boyle. Allí, iniciaría una especie de sociedad creativa con Boyle y escribiría dos guiones para sus próximas películas «28 Days Later» (2002) y «Sunshine» (2007). Su trabajo como guionista resultó ser bastante prolífico y luego se encargaría de adaptar la novela «Never Let Me Go» (2010) en un largometraje que dirigiría Mark Romanek, para luego culminar con otro guion por encargo dos años más tarde con la muy entretenida y sólida adaptación del comic «Dredd» (2012).
De ahí en más, Garland comenzaría a guionar y dirigir sus proyectos personales, empezando por las dos películas mencionadas al principio y también con la serie de TV «Devs» (2020) la cual creó, escribió, dirigió y produjo. Ahora llega el turno de su tercera incursión en el cine, la cual viene de la mano de la grandiosa productora A24 y que está basada en una idea original del propio Garland. El largometraje nos presenta a Harper (interpretada por la maravillosa Jessie Buckley) que tras una gran tragedia personal decide ir a despejar la mente a la campiña inglesa, con la esperanza de poder recuperarse emocionalmente. El problema es que algo o alguien parece estar acechándola, y lo que parecía ser algo producto del trauma que había sufrido pronto terminará convirtiéndose en una amenaza real.
Probablemente si tuviéramos que colocar al relato en orden de importancia dentro de la filmografía del director inglés, no se encuentre en las primeras ubicaciones, pero esto no quiere decir que no tenga algunas cuestiones dignas de ser destacadas. Para empezar, Garland logra construir un clima de tensión constante que transmite la misma intranquilidad que sufre la protagonista, desde el principio hasta el fin. Por otro lado, resulta interesante ver como lo que arranca como un thriller, va mutando hacia el terror y la fantasía, jugando con varios de los lugares y tropos que más le gustan al director. Con algunos toques de body horror muy logrados que sacan a relucir la masculinidad tóxica que plantea el film y Rory Kinnear jugando el rol de varios personajes para hacer énfasis en una tesis bastante obvia, aunque funcional y actual, «Men» parece funcionar durante los prolijos primeros dos actos y luego tambalea llegando a su desenlace tratando de aglutinar varias ideas que van desde lo cotidiano hasta ciertas metáforas que juegan con lo fantástico, incluyendo la leyenda folk de «The Green Man».
Asimismo, se hace una crítica impiadosa a los mecanismos de las religiones tradicionales y su forma de justificar ciertas costumbres y comportamientos machistas. Obviamente, que lo que más puede hacer ruido es que todo este discurso provenga de un hombre y el público tendría razón, no obstante, la imaginería visual de Garland y el compromiso de Buckley nos invitan a reflexionar sobre este film de horror que aprovecha su mitología para hacer una crítica impiadosa de la sociedad moderna con igual cantidad de ciertos como de obviedades.