Cerebro de Reynolds no encuentra paz
En una película del año pasado Ben Kingsley moría y le dejaba el cerebro a Ryan Reynolds. Ahora en "Mente implacable" es Reynolds el que le deja sus neuronas a Kevin Costner, aunque a favor de este delirante thriller de acción y ciencia ficción hay que reconocer que las circunstancias son diferentes. Reynolds es un agente de la CIA que está tratando de detener a un hacker que puede controlar todos los misiles de la OTAN. Cuando muere en medio de un tiroteo, su jefe, Gary Oldman, llama al científico Tommy Lee Jones, que desarrolló un trasplante de neuronas experimental para que avance ipso facto hacia el nivel humano. Lamentablemente, el único candidato para receptor de las neuronas -y por lo tanto, la memoria- de Ryan Reynolds es un criminal ultraviolento preso en una cárcel de máxima seguridad que interpreta Kevin Costner.
Por supuesto, el terrible Jericho -así se llama el personaje de Costner- se escapa de sus captores de la CIA para hacer desastres de todo tipo y calibre, sólo que a medida que el transplante se afianza va recordando cosas, y más aún, asimilando las emociones del personaje de Reynolds, que era un buen muchacho decidido a salvar el mundo. La premisa de "Mente implacable" permite una rara mezcla de superacción con fantasía y absurdos toques humanistas que, no por totalmente ridículos, dejan de ser bastante entretenidos.
La película consigue también que dos actores como Tommy Lee Jones y Kevin Costner hagan personajes a contrapelo de sus habituales physiques du rol. Costner consigue volver convincente su delincuente troglodita que se va humanizando paulatinamente, y sin duda éste es uno de los atractivos de un film que, por otro lado, ofrece un par de excelentes escenas de acción, bien filmadas y en algún caso con una espectacularidad sorprendente.