Mente implacable

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Esta producción se adscribe directamente en ese subgénero de las Buddy Movies, instalado ya desde la década del ’50, cuando Jerry Lewis y Dean Martin compartían cartel y argumento, siendo su principal característica la relación establecida entre los dos hombres dejando a un lugar secundario la relación con alguna mujer.
Si bien todo esto aparece en la película que nos convoca, también existe en ella la posibilidad de verse como una relectura de la clásica novela de Robert Stevenson “Dr. Jekyll y Mr. Hyde”, pues este es el principal artilugio presentado y la razón de la progresión dramática del filme, de hecho hay una clara referencia a la novela citada.
Esta intertextualidad, como para darle un nombre, así impuesta, cuenta con el beneficio de parecer no tener un límite de agotamiento, bien realizada, se presenta como atravesada por cualquier relato bien contado
En apertura aclarar que el engaño al que quieren implicar al espectador desde un principio da por tierra con el verosímil implantado. Abre con una imagen de nuestro protagonista, o de uno de ellos al menos, Jericho Stewart (Kevin Costner) que es encontrado parado en una playa, su pensamiento es escuchado e instalado como una voz “se metieron con mi mente, pensaron que sabían que iba a decir, pero se equivocaron”.
A partir de ese momento, recurriendo a un gran flash back, volvemos al principio de la historia que nos quieren contar, Bill Pope (Ryan Reynolds) un agente secreto de la C.I.A. es perseguido por Xavier (Jordi Mollá), un “anarquista” español, termina siendo asesinado por el malo por antonomasia de origen europeo. (Aclaración necesaria, los yankees nunca comprenderán que es un anarquista, para ellos es sólo un loco que quiere romper con el orden establecido para obtener todo el poder)
Muerto Bill Pope, sin develar el secreto, su jefe inmediato superior Quaker Wells (Gary Oldman) recurre a un antiguo colaborador de la agencia, el Dr. Franks (Tommy Lee Jones), quien ha estado experimentando con la transferencia de memoria.
Por una de esas cuestiones explicadas científicamente, con menor rigor científico que la presencia de Jan Stroop (Michael Pitt) en la película, sólo Jericho, un convicto, asesino despiadado, con menos moral y empatia que Anton Chigurth, está preparado para poder trasplantársele la memoria del fallecido Pope.
Lo que el bueno del Dr. Franks no tuvo en cuenta, ya que todas las pruebas de laboratorio se hicieron en ratas, es que junto con la memoria intelectiva se le transfiere la memoria emotiva y cultural, incluyendo a Jill (Gal Gadot) y Emma (Lara Decaro), esposa e hija respectivamente del bueno de Pope. Es aquí donde la lucha interior se le presenta a Jericho.
En realidad esto que debería haber sido un simple preámbulo es sólo la excusa para luego instalarnos en un clásico filme de acción muy bien contado, con un montaje acorde al género y con claras referencias a obras como “Cara a cara” (1997) o “Deja vu” (2006), entre otras.
Todo sostenido por las actuaciones, un muy buen trabajo de Kevin Costner, dualidad de sentimientos, manejo corporal y recursos histriónicos no muy comunes en sus performances anteriores, acompañado por dos grandes actores como Tommy Lee Jones y Gary Oldman, También se lucen Ryan Reynolds, quien se gano mis respetos desde su protagónico en “Entrerrado” (2010), y Gal Gadot.
En síntesis, una cinta entretenida, con algunos minutos de más, no demasiados, con cierta vuelta de tuerca bien ajustada, que cumple con lo que promete.
Un último punto que me llamo la atención es el nombre de los personajes; Jericho me recuerda a las murallas de la biblia que se derrumbaron por las trompetas de Josué; Pope se traduce como el Papa ¿La cercanía a Dios? ¿El conocimiento de la verdad?; Quaker Wells, ¿la imagen de la cajita de cereal, una referencia a Orson o a la empresa Fargo? (Por la plata baila el mono?); Por ultimo y más significativo, el Dr. Franks, el único que no tiene nombre, sólo apellido, ¿no le hace referencia al personaje creado por Mary Shelley “Frankenstein’? O como dice mi colega Iván, estoy gastando pólvora en chimangos.