Mente implacable

Crítica de Henry Drae - Fancinema

LA MENTE ES DEL OTRO

Lejos quedaron los tiempos en los que una idea o un guión exitoso merecían una remake luego de diez años -como mínimo- de estrenada su versión original. Detrás llegaron las películas de similar premisa con estreno simultáneo o en el mismo año como ocurriera con Furia en la montaña y Volcano (1997), Impacto profundo y Armageddon (1998), o las más recientes Capitán América: guerra civil y Batman Vs Superman (2016). Y tal parece que en la actualidad la moda pasa por ir reciclando los guiones en base a los de producciones muy recientes, utilizar los mismos actores en papeles que son casi el calco de los que interpretaran meses atrás y así lograr, quizás de rebote, una recaudación similar a la del producto original.

Tal es el caso de Mente implacable que resulta un mix con los mismos ingredientes y muy pocos aditivos de la reciente Inmortal, en la que Ben Kingsley ocupaba el cuerpo de Ryan Reynolds sin permiso y 3 días para morir, en la que el agente mercenario interpretado por Kevin Costner tenía un tiempo muy breve para cumplir una última misión que implicaba asesinar blancos asignados, salvar su vida y recuperar a su familia. Incluso esta última también se parece demasiado a la reciente Term life en la que un ladrón (Vince Vaughn) se ve forzado a ser padre en medio de tiroteos y peleas con la misma actriz en ese mismo rol que en la antes mencionada (Hailee Steinfeld). Evidentemente el juego de los seis grados de separación en el cine de Hollywood se da con mucho menos recorrido y a prueba de los espectadores más desmemoriados.

Yendo en concreto a Mente implacable, entonces, ya sabemos a grandes rasgos con qué nos encontraremos. En principio con el agente especial del FBI Bill Pope (Reynolds) que es el único que sabe el paradero de un hacker con información trascendental de seguridad nacional. Cuando es asesinado a los pocos minutos de iniciada la película, su jefe (un Gary Oldman desbordado) decide probar un experimento por el cual un peligroso asesino convicto con cierta predisposición física (Costner) puede recibir los recuerdos del agente muerto y recuperar la información que necesitan. Por supuesto que todo se les irá de las manos y el asesino, ahora con habilidades y conocimiento de un agente entrenado, estará libre y con su sola conciencia -o falta de la misma- para resolver qué quiere hacer con su vida y con las de quienes se interpongan en su camino. Para ello contará con la ayuda del científico creador del experimento (un sobrio Tommy Lee Jones) y de la viuda del agente (la sólida Gal Gadot) que reconocerá en él a su esposo fallecido a pesar de su nuevo envase.

Es evidente la intención de querer consolidar a Kevin Costner como al nuevo héroe de acción maduro que tan en boga están desde que el sesentón Liam Neeson comenzara a rescatar a su hija a los tiros con más virulencia que Nazarena Vélez denunciando los peligros a los que están sometidos los suyos en TV. Pero esto no le quita mérito a un entretenido film de acción que no sólo reúne a grandes figuras sino que recrea cada situación más que clásica en este tipo de historias y logra quitarlas del cliché. Gal Gadot vuelve a estar fresca y creíble en ese pequeño personaje que le toca y hasta Alice Eve, cuyos músculos faciales suelen estar paralizados, puede darle algo de emotividad a su participación. Jordi Mollá también repite personaje convirtiéndose en un tipo de villano que debiera tener el mismo nombre en cada película en la que lo encarna para darle cierta mística a su estereotipada aparición. Y también está Ryan Reynolds cuyo papel es prácticamente un cameo y hasta precario homenaje al que hiciese en Inmortal. Sobrevuela el deseo del realizador de no ahondar tanto en el terreno de la ciencia ficción y así no dejar afuera al espectador que busca el policial de acción crudo y sin más fantasías que la de la pirotecnia desmedida (de la que tampoco hay en exceso). Llegado el caso esta nueva versión de Jericho Stewart con recuerdos implantados de Pope que compone Costner también podría ser un viejo contacto/amigo/informante del agente que ha recibido el simple legado de proteger a la familia del difunto -y el combo de información que esto incluiría- y no habría demasiado que reclamar, la excusa tecnológica es más que digerible.

En resumen, nada nuevo aparece en esta Mente implacable pero tampoco se lo anhela. Si se practica el ejercicio de adivinar qué vendrá luego de cada escena se podrá comprobar la cantidad de historias del estilo que hemos visto y así y todo esto no le quita cierto disfrute culposo. Porque si cuesta evitar querer ver películas de acción tan remanidas como ésta, no sos vos ni soy yo; es él, que decidió ser otro por un rato para que disfrutemos sin cuestionamientos de ninguna clase.