En esta película se nota, más que en otras, el hilado de la trama. Y también la intención, sana, de que confluyan distintos elementos que han tenido éxito probado, pero por separado.
Por un lado está la novela The Darkest Minds, la más exitosa de Alexandra Bracken, con el público adolescente en la mira. Uno de los productores es Shawn Levy, de Stranger Things, la serie de Netflix que arrasa en ese mismo target. Sumemos que la protagonista es Amandla Stenberg, o Rue, la niña afroamericana del Distrito 11 de la adaptación cinematográfica de Los juegos del hambre.
El asunto es que algo no terminó de cuajar, y Mentes poderosas es un híbrido. Porque no emociona cuando debería, no siempre entretiene ni mantiene el interés por la suerte de estos niños con poderes a-lo X-Men.
Veamos. En un futuro no muy lejano, una terrible enfermedad termina con la vida del 98% de los niños. Ciertos adolescentes han desarrollado capacidades cognitivas (y de otro tipo) de manera misteriosa. Por ello el Gobierno –al mejor estilo Los juegos del hambre- decide intervenir. ¿Cómo? Encarcelándolos y confinándolos en suerte de campos de -eufemismo- rehabilitación. A Ruby, la protagonista, no le dan el color que simboliza la máxima peligrosidad -no adelantaremos cómo ni por qué-, logra escapar y se une a otro grupo de fugitivos. Los perseguirá La Liga, y también lo harán cazarrecompensas.
Lo que se busca aquí es un refugio. Eso, primero. Luego, cuando adviertan que los adultos son más que una amenaza, los jóvenes querrán alterar ese orden establecido y tomar el control.
¿Cómo no iba a triunfar una idea sosteniéndola sobre estos pilares, con los adolescentes superando a sus mayores?
La directora Jennifer Yuh Nelson, que hasta ahora había trabajado realizando largometrajes animados como las dos últimas de Kung-Fu Panda, no le encuentra la vuelta. Aquí se necesita narrar acción, crear empatía con los chicos y no hay demasiado espacio para el humor. Una mala decisión en la toma de direcciones resulta en detrimento para la película.
Tampoco ayuda que Gwendoline Christie, Brienne en Game of Thrones y malvada en los dos nuevos episodios de la saga de Star Wars deambule por los escenarios. Esta vez, la fórmula no funcionó.