Mentiras mortales

Crítica de Alejandro Castañeda - El Día

EL IMBATIBLE PODER

Después de la burbuja y la crisis, surgió un nuevo género: el thriller financiero. Incisivos a veces, desesperanzados casi siempre, estas fábulas morales aportan diferentes miradas sobre un derrumbe que aún sigue cayendo. La frase del afiche es suficientemente explicativa: “la mejor coartada es el poder”. En el centro de la escena está Robert Miller (Richard Gere), un financista exitoso que anda al borde del precipicio pero nunca se cae. Su vida demuestra que el poder es capaz de tapar los peores pecados. Todo es falso en su reluciente transcurrir: su empresa, sus cuentas, su matrimonio y hasta su futuro. Amenazado desde todos los flancos, sólo su habilidad para manejarse en ese mundo de las apariencias lo sacará a flote. Al final se lo verá tan limpio y tan cínico como siempre, aplaudidos por otros iguales que saben que el techo del poder los protegerá de cualquier tormenta. El film está bien hecho. Es creíble, intenso muy aplicado a los detalles, pero de a poco su afán moralizador y los innecesraios subrayados, le hacen perder credibilidad y fuerza.

Nadie cree en nadie porque nadie necesita creer en algo. Sólo los más simples (el detective, el hijo del chofer) pueden aspirar a llegar a algún cielo.