La naturalización del protagonista
Mentiras mortales tiene un comienzo muy lento, donde preanuncia una historia poco original. Pero luego de este comienzo desalentador, remonta y consigue convertirse en una propuesta algo más llamativa.
El relato, no precisamente innovador, se centra en un hombre millonario que exhibe al exterior una vida perfecta. Robert Miller se muestra exitoso en sus negocios y aparenta tener una vida tranquila en familia. Esta imagen funciona tanto para sus colegas como para sus familiares. Pero detrás de toda la pantalla aparece una vida distinta, pues Miller esconde su nerviosismo y ansiedad por vender pronto sus acciones, ya que debido a una mala transacción en la empresa cometió un fraude y pretende desligarse del problema. Todas estas transacciones las hace a espaldas de su hija, que trabaja con él como socia en la empresa. Sumado a esto, mantiene una vida paralela con una artista. Sus mentiras se ven en peligro de ser descubiertas cuando él y su amante sufren un accidente que termina con la vida de ella.
Como ya dijimos, la trama no suma mucho contenido nuevo pero tiene algo que la hace atrayente, pues la fortaleza del protagonista se ve trastocada. Ya no estamos en presencia de ese personaje que se la ingenia por sí mismo. Acá nos encontramos con un hombre un tanto más humanizado (a pesar de que la mayoría no veamos muy real la vida que lleva por las grandes diferencias económicas). Es así como da lugar a que otros personajes tomen preponderancia dentro del film y lo enriquezcan. Por supuesto que esto también lo acerca más a una historia realista y la hace diferente de las películas de su misma clase.
Así también se plantea un costado más humano, donde se advierten las grandes diferencias que se hacen a nivel judicial por el color de piel de las personas, dejando al descubierto que el racismo es todavía un problema aún no resuelto, que sigue existiendo pero de forma más sutil.
La postura de la mujer también cambia en esta película en relación con otros film de este estilo. En un principio, nos hacen creen que Ellen, la esposa de Robert Miller, no se da cuenta de los engaños y se siente muy feliz de la vida que lleva junto a su marido. Parece una mujer supeditada a su esposo y de poca decisión. Pero luego se da un giro y nos muestra que Ellen no es nada de lo que se planteó antes. Entonces vemos a una mujer bien plantada, que negocia al igual que su esposo según su conveniencia. Ya no estamos en presencia de la mujer que es protegida por el hombre, sino por una que sabe defenderse sola. Hago hincapié en esto porque de a poco se va reformando esa visión machista que plaga muchas películas. Llegará el momento en que parecerá absurdo remarcar este tipo de cuestiones, pero por ahora toman suma relevancia.
Por todo esto, a pesar de sus previsibilidades, Mentiras mortales consigue aplicar ciertos giros que la destacan del resto, sin ser una maravilla.