Intriga que mantiene una expectativa constante
Con el título engañapichanga de «Mentiras mortales» se estrena aquí este buen relato de intriga que en otros lados se llama «El fraude». Aunque en verdad hay más de un fraude, y más de un/a fraudulento/a. Cada cual quiere sacar su tajada burlando elegantemente las normas, o quiere tomar venganza con un chantaje mezquino, o sugiere traicionar una amistad en defensa de su propio pellejo. Pero, por supuesto, uno de esos personajes es un verdadero profesional del engaño. También es casi, casi, el más simpático de la historia.
El título original es «Arbitrage», en referencia a ciertas operaciones de cambio de valores mercantiles. Hay un gestor de fondos de cobertura, muy agradable y pintón, que tiene su propia empresa, familia que lo espera toda reunida para festejarle el cumpleaños, personal doméstico muy servicial y personal de empresa sin quejas, contador cómplice, amante bien mantenida con trabajo y departamento, en fin. El único problemita visible en su vida es un fulano que nunca aparece para firmar un contrato. La cosa empieza a tener urgencia, ya veremos por qué. Otro problema: la amante se ha puesto muy fastidiosa. Tanto, que cuando inesperadamente pasa lo que pasa, no lo lamentaremos mucho por ella. Pero ahora empieza a fastidiar un detective. Y se confirman otros nubarrones en el horizonte.
Más que suspenso, hay una continua expectativa. ¿Cómo hará nuestro buen hombre para zafar de todos los problemas que van asomando, uno tras otro y en diversos flancos? ¿Y será realmente un buen hombre? ¿Por qué no? Pero eso ya es materia opinable. Una pesa puede modificar nuestra balanza: el compromiso que sea capaz de asumir en ayuda de una persona que se jugó por él, una persona que valora la lealtad y el agradecimiento por encima de cualquier dinero. Del resto, bueno, «de las mujeres mejor no hay que hablar», como escribió Manuel Romero y cantó Gardel, sobre todo cuando se hacen las ofendidas. Un detalle interesante, evidencia de una moral americana más peligrosa que la moral de un financista.
Muy bien Richard Gere, Tim Roth como detective, el morochito Nate Parker, la intriga y el desenlace. Primer film de ficción de Nicholas Jarecki, se hace apreciar debidamente.