El millonario en su laberinto
Robert Miller (Richard Gere), un magnate que a los 60 años intenta vender su imperio y se encuentra en una encrucijada, ya que si esa venta no se produce en tiempo y forma terminará delatando un fraude que ha cometido.
Toda la vida pública y privada que ha construido parece estar al borde de colapsar, dejando en evidencia su doble moral. Cada paso que da, las cosas se complican más y más, como un circulo vicioso en el cual todo parece ir hacia el desastre sin salida. Su matrimonio, el vínculo con su propia hija con la que trabaja, su amante, sus asociados, todo se enreda más y más.
Para complicar todo, un policía (Tim Roth) que investiga una muerte estará buscando al protagonista para encerrarlo en la cárcel. La claustrofobia se apodera del relato, pero el problema de la película es que el personaje es incapaz de lograr cualquier tipo de simpatía por parte del espectador. No hay manera de conseguir que uno sienta pena, piedad o afecto por esta caída que avanza sin poder saber cuál será el resultado. Asoman muchos temas en la película, pero la sensación es que todo es tocado superficialmente.
No se puede decir que la frialdad del film sea accidental, ni que la actuación de Richard Gere no sea impecable con respecto a esta distancia. Esta clase de películas, que solía interpretar tan bien Michael Douglas en los años '80, acá ya suenan a historia conocida. Más allá del desenlace, que no será revelado aquí, la historia no sorprende ni conmueve, ni tampoco se profundiza sobre los temas.
Los actores están muy bien y el relato es razonablemente sólido. Pero no son suficientes motivos para recomendar una película. Su amargura podrá alejarse del heroísmo y la nobleza del cine de Hollywood, sin embargo esto tampoco es esto un mérito en sí mismo. «