Metegol

Crítica de Alejandra Casal - El Espectador Avezado

Finalmente llega a las pantallas locales “Metegol”, la esperada nueva película del aclamado (internacionalmente) director argentino Juan José Campanella. ¿La novedad? En esta oportunidad, se trata de una película de animación.La incursión de Campanella en el mundo de la animación –utilizando el recurso del 3D- es muy satisfactoria. El director de “El secreto de tus ojos” (ganadora del Óscar a Mejor Película Internacional 2010), entrega un film coherente con los demás de su carrera, fiel a los elementos de su universo fílmico. Los amigos y la familia, la superación personal, el romance, la unión en pos de un bien común, el avance del progreso y el capitalismo, están presentes en su nueva obra.
Un padre le cuenta una historia a su hijo, invitándolo a creer y a ingresar a un mundo –a priori- de fantasía. Es la historia de Amadeo, un joven tímido con una gran afición por el metegol (que juega en un pequeño bar) y un secreto amor por su amiga de infancia, Laura. Un buen día regresa al pueblo Grosso, un petulante devenido en futbolista famoso y vanidoso, quien había perdido una partida de metegol contra Amadeo cuando eran niños, y tiene como objetivo vengar su orgullo herido por aquella derrota de antaño.
Para ello, compra el pueblo en el que viven desde siempre, comienza a modificarlo –pretende construir el estadio de fútbol más grande-, y se apodera de Laura para conquistarla. A partir de entonces, Amadeo se ve envuelto en una serie de aventuras alocadas que lo llevarán a vencer sus miedos y a demostrar(se) quién es él realmente. Y en este camino superador que emprende, no está solo: cuenta con la ayuda de sus queridos amigos futboleros, los muñecos del metegol.
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Con un argumento sencillo, la película es un nuevo acierto de director. Por momentos, ciertas escenas recuerdan el tono nostálgico de su otro film, “Luna de Avellaneda”. Y, al pensar en diálogos con otras obras fílmicas, sobrevuela el espíritu de Toy Story 2 como referencia ineludible en este mundo de muñecos que cobran vida. Hay también algunas citas a otras películas que funcionan bien como guiños cinéfilos (como una escena à la “2001: Odisea del Espacio”).
La variada galería de personajes entrañables como Capi, El Beto, El Loco, por mencionar a los principales, unos muñecos de plomo muy simpáticos y con características bien humanas, aportan a las mejores escenas de la película. El humor está muy presente a lo largo del film, así como los momentos emotivos (hay una mirada sobre la relación entre padres e hijos; la llegada del progreso al pueblo, etc.), sello de Campanella.
La factura técnica es impecable. La calidad de la animación tiene poco que envidiarle a películas de grandes estudios internacionales. Merece destacarse el trabajo de los animadores, que le dieron vida y movimiento a los muy logrados personajes. En cuanto al recurso del 3D, no aporta significativamente a la narración.
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Las voces principales están interpretadas por Pablo Rago, Fabián Gianola, Horacio Fontova, Miguel Ángel Rodríguez y Diego Ramos, entre otros, con un resultado óptimo, ya que capturan bien el tono de comedia.
Vale destacar la música del film, interpretada por la London Symphony Orchestra, que acompaña de maravillas las distintas etapas narrativas, generando climas emotivos, de acción, y de diversión. También hay una linda canción de Calle 13 que le da cierre a la película.
El fútbol es el canal para contar la historia (basada en el cuento “Memorias de un wing derecho”, de Roberto Fontanarrosa) en la que se reconocen ciertos valores como la pasión, el coraje, la camaradería y la superación personal, además del lema “creer para ver”, que plantea como motivo el film. Si bien apela a ciertos códigos locales, sobre todo en cuanto a jerga futbolística respecta, la historia es universal y bien puede recibir aceptación en el resto del mundo.
La mayor inversión cinematográfica local hasta el momento (20 millones de dólares demandó la realización del film), “Metegol” es una película divertida, que apuesta a la emoción y al entretenimiento. Y lo logra dignamente.