"Como niños"
Resulta difícil escribir sobre una película cuando hay mucha emoción, entusiasmo y alegría por parte de quien redacta. Ahora bien, es doblemente difícil escribir sobre un film cuando esos sentimientos brotan por los poros de todos aquellos que ya vieron el film o incluso de aquellos que todavía no, pero que de todas formas, sienten estas sensaciones por otras razones.
El que reseña o critica siempre tiene que tener claro que lo escribe es su propia visión, su propio argumento, su opinión subjetiva sobre un film lo que transmite, pero así y todo, debe hacerlo con el fin de tratar de convencer a quien lo lee de que tal película es de la calidad que él propone.
El receptor no es estúpido, ni tonto, ni lento, ni perezoso. Puede confiar o no en dichas palabras. Puede coincidir con ellas. Mucho, poco o nada. Y lo que es más importante; El receptor tiene convicciones, valores y una opinión formada que muchas veces ni se siente tocada por lo que dicen otros, sea cual sea el aprecio que les tenga, sobre determinados films.
Por eso es difícil, como dije al principio, hablar de estas producciones que generan estos sentimientos, ya que por más que el redactor quiera y lo intente, hay alguien a quien se dirige, alguien en quien piensa cuando escribe: el espectador/receptor.
“Metegol” de J.J. Campanella es sin dudas esa clase de películas que despiertan pasiones difíciles de explicar. En realidad, desde un tiempo hasta acá (quizás desde “El Hijo de la Novia”), las películas de Campanella tienen ese efecto, obviamente potenciado luego del destino que corrió “El Secreto de sus Ojos” (2010).
Y ahí es donde me quiero parar para arrancar. “Metegol” tiene la mala suerte (por llamarla de alguna forma) de ser la película que viene después de un éxito y suceso que todavía mucho disfrutamos. Y no hablo del Oscar en sí, hablo de la película, la cual hasta el día de hoy podemos seguir viendo y disfrutando sin dejar de lado la magia y las emociones que nos suscita esa historia.
“Metegol” es lo que viene después del éxito, pero también mucho más. “Metegol” es la búsqueda de la confirmación de ese éxito, es la ambición de llegar mucho más lejos por parte de su realizador y es además la innovación y revolución por parte de un equipo de trabajo dentro de un género cinematográfico que tiene escasos antecedentes en nuestro país.
Todo eso es una carga muy grande con la que entra a la sala, sea cual sea el rol que cumpla, el espectador. Y lamentablemente le juega en contra, ya que estamos ante una muy buena producción, que técnicamente brilla por todos lados, pero que en los papeles no termina de consolidarse como el film que apuesta ser: Un film para grandes y chicos en igual proporciones, tratando de convencer a ambos grupos de espectadores y no quedando en falta con ninguno.
Lamentablemente “Metegol” no logra ese objetivo y falla, ofreciendo momentos que una parte de la audiencia disfrutará más que la otra e incluso el guión presenta giros que suelen ser más fáciles de resolver para solo una de estas partes.
A su favor tiene, como dije anteriormente, un apartado técnico brillante en el cual la historia se puede apoyar durante todo el transcurso del film, incluso en esos momentos donde hace agua.
El ejemplo perfecto de esto es el partido final.
Combina y alterna el humor, la seriedad, el drama y el suspenso tantas veces que uno termina por sentirse descolocado, pero no por eso menos asombrado por las imponentes imágenes y la genial musicalización de Emilio Kauderer.
Sin embargo hay muchos más aciertos que errores en este film, no quedan dudas.
La primera parte, donde conocemos la historia de Amadeo, su vida, su pueblo y que culmina con la aparición de los verdaderos héroes y personajes de la película (el capi, el beto, el loco y el liso), es sin lugar la mayor muestra de que Campanella y Sacheri (guionista del film) lograron combinar en dosis justas las medidas de entretenimiento para grandes y chicos, sin subestimar a uno ni a otros.
Durante el segundo acto la película se pierde bastante y gran parte de esto es porque el protagonismo lo empieza a tomar el villano absurdo que propone el film y por la tardía aparición del segundo conflicto que deben resolver los protagonistas (el primero se soluciona muy rápido), el cual además no parece estar tan justificado como su antecesor, pero que así y todo, conlleva a ese final estruendoso, pero también flojo.
“Metegol” ofrece un ejemplo, bastante raro, de la utilización de los personajes para llegar al público. Uno como adulto sale de la película habiendo disfrutado más de los que, a priori, eran los personajes para los chicos (los muñequitos del metegol) y los más chicos por su parte, debido al final del film, terminan teniendo más empatía por los protagonistas humanos (Amadeo y su pueblo).
¿Esto está mal? No creo. Seguramente la magia que suele transmitirnos Campanella activó en nosotros el niño interior del que todos hablan. Lo que está mal es que nos deje con ganas de más de eso y no tanto de lo otro.
Pero ahora bien, si es un film para chicos, y estos disfrutan de los otros protagonistas,
¿Quiénes somos nosotros para pedir otra cosa?
Tendremos que conformarnos con los guiños hacia “2001: Odisea al Espacio” de Stanley Kubrick y “Apocalypse Now” de Francis Ford Coppola. O con los chistes del Loco, los debates del Capi y sus muchachos y las palabras que desliza hacia el final el personaje de Amadeo.
Los más chicos, en cambio, tendrán en “Metegol” sus razones (y varias) para disfrutar un buen momento en el cine, con sello, tonada y calidad local.
La clave para disfrutar “Metegol” está en sacarse las expectativas de encima, en saber que no todo puede ser perfecto (ni mucho menos tan rápido y a pasos agigantados) y en elegir si vemos la película como niños o como adultos.
Si tratamos de hacerlo desde los dos lados, dudo que se disfrute más. Si lo hacemos solo desde uno (sea cual sea), el resultado, es más que aceptable.