En busca de la hazaña
El filme animado no tiene nada que envidiarle a los de Hollywood.
Más que de fútbol, Metegol habla de la lealtad. Una fidelidad a ultranza, un tema muy querido por Juan José Campanella, que lo planteó en todos sus largometrajes. La honradez, el seguimiento a un ideal, a un amor, a un sentido de pertenencia, y en este relato a un pueblo, así como en Luna de Avellaneda lo hacía con el club de barrio. El bar del pueblo donde arranca Metegol se asemeja a la sede del club: sí Metegol parece una versión de Luna de Avellaneda explicada, acercada a los chicos.
Está, claro, el fútbol. Un fútbol de espacios reducidos como la canchita del metegol, en el único orden de su vida en el que Amadeo es un crack. Inseguro, dubitativo, gobernando las manijas del metegol, Amadeo es imbatible. Tanto que, convertido en un astro del fútbol (Cristiano Ronaldo es el reflejo de El Grosso), un marketinero y triunfador jugador profesional de fútbol regresa años después al pueblo para vengarse de la única derrota que sufrió. Sí, fue en manos de Amadeo y en el metegol del bar.
El inescrupuloso que quiere todo para sí sin importarle ni los medios ni el bienestar común ya estaba en Luna..., y aquí está tamizado con mucho humor. Los jugadores del metegol -los del equipo rayado, con el que Amadeo hace malabares, pero también los” lisos”- cobrarán mágicamente vida (sí, como los juguetes de Toy Story) para ayudar a ese chico/joven a salvar al pueblo que quiere “comprar” El Grosso... y a conquistar a la chica.
Porque, también, Metegol es una historia de amor. Por más que en algún momento El capi, jugador de metegol, tire una frase como “los muchachos son de fierro, las mujeres van y vienen”, todo lo que hace Amadeo es por Laurita, que de chica lo apoyaba en el metegol y ahora está a punto de irse del pueblo.
Amadeo, como Campanella, busca la hazaña. Ante la mirada incrédula de muchos, si un rejunte de gente común del pueblo (los aparentemente débiles) se le planta a un equipo de profesionales para jugarle de igual a igual un partido de fútbol y defender lo suyo, el realizador apostó fuerte a la animación 3D e hizo una película que no tiene mucho que envidiarle, desde lo técnico, a los tanques del Hollywood animado, sean de Pixar o DreamWorks.
El amor por el cine y la cinefilia de Campanella están en cada fotograma. Las alusiones a clásicos de Bergman o a 2001, Apocalypse Now, los enfrentamientos como westerns son guiños para los padres, lo mismo que la jerga que utilizan los jugadores, no sólo por futboleras. bien de los ’70. Si Metegol es atractiva para el público femenino, de cualquier edad, es una incógnita que se revelará a partir de hoy.
Hay personajes arquetípicos, pero muy bien delineados (el egocéntrico Beto, Loco, el filósofo) y un excelso trabajo de doblaje (Fabián Gianola, Pablo Rago, el Negro Fontova son los más conocidos). Y más apuntes sobre el “progreso” y el capitalismo enfrentando al espíritu de las tradiciones, que despierta nostalgia, y que se dirimirá en un estadio de fútbol.
Es cine de superación. El público -el pueblo-, finalmente dirá quién ganó.