Ganadora con absoluta justicia del Premio del Público en el último BAFICI, esta película alcanza cuatro meses después su estreno comercial en el MALBA (se exhibe todos los sábados de agosto, a las 20, en el auditorio de Figueroa Alcorta 3415) y proyecciones en varias salas del interior del país como el Cine Avenida de Bolívar, el Cine Universidad de Mendoza y el Arteón de Rosario.
A punto de cumplir 88 años, Rodolfo Livingston sigue tan activo, irónico, elegante, punzante y provocador como siempre. Leyenda dentro de la arquitectura (aunque muchos colegas y buena parte del status quo lo cuestionaron por salirse de lo académico con teorías poco ortodoxas), brillante polemista, orador filoso, hombre de izquierda, Don Juan, bon vivant y formador de varias generaciones, Livingston es el eje de un bello y sensible acercamiento por parte de la talentosa directora de La hora de la siesta (2009).
Cuando parecía que el film iba a ser solo un unipersonal (de esos que tanto le gustan a este hombre seductor, egocéntrico y extravertido), Mora encuentra de forma casual una vieja historia (de amor) que sorprende hasta al propio protagonista y deriva en un desenlace por demás conmovedor. Como en los mejores documentales, hay espacio para descubrir y -en medio del trayecto- modificar el rumbo y la resolución.
Lejos del retrato periodístico (se muestran pocas de sus obras; por ejemplo, el Instituto de Astronomía y Física del Espacio), Método Livingston repasa algunas teorías que él suele compartir en la Facultad de Arquitectura de la UBA, su devoción por la Revolución Cubana, su paso fugaz pero notable por la dirección del Centro Cultural Recoleta o su ya mítico enfrentamiento con Bernardo Neustadt en el popular ciclo televisivo Tiempo Nuevo. Anécdotas, archivo, emoción y, claro, mucho humor. Una película con una mirada atenta, sensible y respetuosa para captar las múltiples facetas de un personaje entrañable y extraordinario.