Clonar a Rodolfo Livingston no estaría mal; es un hombre de los que falta, un librepensador irreverente por “naturaleza”, porque piensa siempre a contracorriente y actúa en consecuencia. Tal vez pensar no es otra cosa que desmontar incesantemente las certezas colectivas que disciplinan, arremeten contra el deseo y asfixian cualquier signo de desobediencia. El retrato de Sofía Mora es antes que nada una mirada sobre un hombre que piensa, un arquitecto que ejercitó la heterodoxia en la profesión elegida.