Abullying al nietito
Jason –Zach Efron- han tenido una relación muy profunda con su abuelo Dick –Robert De Niro- durante su infancia y adolescencia, pero en los últimos años se ha distanciado. A dos días de su boda, Dick, que acaba de enviudar, propone a su nieto que lo acompañe para cumplir con el ritual del viaje a Florida, que realizaba cada año con su esposa para jugar al Golf.
Sin embargo, el viaje es una excusa para tratar de enderezar la vida de su nieto. Dick siente que Jason se está transformando en un hombre sin carácter que no ha sido capaz de apostar por su sueño de convertirse en fotógrafo, y que este casamiento es un error. Las vicisitudes estrafalarias del viaje tendrán un efecto rejuvenecedor en Jason, Dich y en la relación de ambos.
De Niro sigue apostando a este renovado combo de films donde vejetes respetables demuestran que las mañas son lo último que se pierde, y que todavía están en condiciones de mostrar a los novatos un par de trucos bajo la manga. La premisa básica es que ellos se sienten la antítesis del estereotipo del viejecito jubilado que la sociedad proyecta.
El primer experimento de esta serie fue Tough Guys (1986), con los enormes Burt Lancaster y Kirk Douglas, y sus continuadoras recientemente: Stand Up Guys (2012) con Al Pacino, Christofer Walken y Alan Arkin; Last Vegas (2013), con el propio De Niro en el plantel estelar; y Grudge Match (2013) con Sylvester Stallone y… sí, nuevamente De Niro completando el staff. Junto a la premisa básica, presentan además un punto de partida argumental común: todos ellos han pasado por episodios traumáticos (prisión, viudez, fracasos sentimentales y/o rupturas familiares diversas) y en esta especie de crisis de la tercera edad, abuelo 3pretenden echar una espectacular cañita al aire que resituya no sólo el valor de sus vidas, sino que los redima como sujetos valiosos para la sociedad en general, y para su núcleo íntimo, en particular.
Como idea no es un mal producto, y no sólo tiene un porvenir venturoso, sino que es posible augurar una seguidilla de versiones femeninas con esta misma propuesta. Si las analizamos en conjunto, vemos que a pesar de contar todas ellas con grandes estrellas (en algunos casos, las mismas estrellas), no obtienen, sin embargo, idénticos resultados. Aquellas que mejor funcionan son aquellas que no circunscriben el relato a una sola línea narrativa, es decir, a las que desarrollan tramas individuales como recurso paralelo al desarrollo de la premisa y la historia del grupo. Es decir, aquellas donde, además del viaje, se tematiza el pasado, que se repiensa, que se resignifica, etc.
Mi abuelo es un peligro funciona. No lo vamos a negar, pero funciona a un nivel demasiado elemental, tan elemental que está al borde permanente del precipicio donde tañen sus cuerdas las repeticiones mecánicas, los improperios y las humillaciones físicas de dudoso gusto. El gran enemigo del film no es el humor grueso, que es cuestión de gusto al fin de cuentas, tampoco lo es -necesariamente- la repetición de gags (aunque tampoco la beneficia), sino la focalización exclusiva en esta relación que es casi un buddy film entre el abuelo y su nieto. Focalización que descuida y malgasta toda una constelación de personajes secundarios (el padre/hijo de Jason y Dick respectivamente; la prometida, el hermano drogadicto, etc.). Este centramiento en la pareja cómica obliga al relato a forzar la comicidad únicamente centrada en las humillaciones que el abuelo diseña permanentemente para su nieto, como una larga secuencia de bullying.
Se suma a esto un elevado nivel de previsibilidad, manifestado desde la primera escena del film, donde se nos presentan los roles invertidos del nieto y del abuelo; el abuelo se comporta como un adolescente cachondo, y el nieto como un maduro conservador, etc. De allí que el resto del film resulte poco efectivo en un sentido general, por mucho que los gags individuales produzcan su efecto en menor o mayor medida.
La previsibilidad en las películas cómicas no es un defecto en sí mismo y a veces forman parte de su estrategia narrativa. De modo tal que no es necesario que un relato cómico nos sorprenda con los sucesos representados (aunque alguna tensión entre el cumplimiento/frustración de esas expectativas pueda tener lugar). ¿Cómo es posible que la previsibilidad no se torne una repetición mecánica y pierde su efecto? Hay dos maneras de lograrlo: la primera, proponer o preparar la anticipación del público y frustrar las expectativas, redireccionando los sucesos a espacios narrativos insospechados en particular, aunque coherentes con la premisa de conjunto; la segunda, realizando una secuencia paroxística de eventos, donde los sucesos no son meras repeticiones, sino ampliaciones de un mismo efecto pero magnificado y llevado al absurdo. Mi abuelo es un peligro tiene el inconveniente de no emplear ninguna de estas estrategias, quedándose en el nivel de las meras reiteraciones, y de allí que uno tenga la sensación de que en la primeras escenas de la película uno ya lo ha visto todo.