Las desventuras de ser madre
‘Mi amiga del parque’ es un drama con espíritu de comedia sobre una mujer que padece los primeros meses de maternidad.
Hay dos tipos de relaciones que puede tener un artista con el humor. Están los humoristas profesionales que trabajan de construir gags, de crear escenas graciosas o ideas que mediante algún procedimiento particular produzcan humor. Y después están los artistas atravesados por el humor, que no siempre -o quizás nunca- se proponen “hacer reír” pero cuya obra tiene un espíritu humorístico, como un regusto. Arriesgo que los primeros pueden ser, muchas veces, los famosos “payasos tristes”, esos humoristas que en la vida real son insoportables cascarrabias. Los otros, en cambio, necesariamente viven con ese dejo en su espíritu. Para los primeros, el humor es un trabajo; para los otros, una manera de ver el mundo y una forma de vida. Ana Katz pertenece a este último grupo.
Hay algo equívoco en el tagline de Mi amiga del parque: “una comedia preocupante”. De la misma manera que Los Marziano era equívoca al hacer pasar por comedia familiar costumbrista una película que en realidad era más perturbadora y de ritmo indie que otra cosa, Mi amiga del parque no es, prácticamente, una comedia, aunque sí bastante preocupante. El humor está en algunos diálogos, más en la forma de entonarlos que en el texto, pero sobre todo en la visión general, en la manera que elige Katz para contar el drama de una mujer que atraviesa los primeros meses como madre con un pequeño hijo sola, sin la ayuda de su marido ni de ningún familiar.
Liz (Julieta Zylberberg) es una escritora -aunque nunca la vemos escribir- que tiene un hijo bebé. Su marido Gustavo (Daniel Hendler) está de viaje filmando un documental y se comunica con él cada tanto por Skype. Su madre murió el año anterior, mientras ella estaba embarazada, y de su padre sólo escuchamos los mensajes que le deja en el contestador automático con fragmentos de poemas de Nicanor Parra, tocayo del bebé. Liz está sola y padece la maternidad. Ni siquiera tiene leche y eso le da culpa.
El mundo de Liz es la plaza a la que lleva al bebé y las otras madres y padres con los que se encuentra. Ahí entra en escena Rosa (la propia Katz), una enigmática madre con la que congenia al principio porque le dice que ella también perdió a su madre hace un año y tampoco tiene leche, y después porque comparten cigarrillos y cervezas, como dándose un recreo de ser madre. Después aparecerá Renata (Maricel Álvarez), la hermana de Rosa, que agitará esa relación e irá develando algunos aspectos ocultos de la personalidad y la vida de su hermana.
Mi amiga del parque es una película sobre la maternidad honesta al punto del sincericidio, con una antidemagogia militante, melancólica pero optimista, aguda y precisa en sus observaciones, que si bien tiene un ritmo pausado, de escenas largas y silencios, logra ir construyendo una tensión que se mantiene y que conduce a un estallido. Algunos acusaron a Los Marziano de no tener tercer acto: Mi amiga del parque sí lo tiene.
Hablar de Julieta Zylberberg es redundante: de las mejores actrices de su generación. Pero hay que señalar a la propia Ana Katz: tiene una manera única de decir los textos y creo que es, sin exagerar, la actriz más graciosa del país. Me gustaría verla actuando en más cosas, no sólo en sus películas. Creo que su sensibilidad entre aguda y burlona, siempre cómica, merece desplegarse en más oportunidades y en contextos más diversos.