Elogio de un amor libre
Con suspenso y rebeldía Ana Katz, la directora de “Los Marziano”, construye una historia personal e íntima.
Hay cierta libertad en algunas películas "chicas", portadoras de una solidez y coherencia envidiables, un despertador para grandes temas. Mi amiga del parque, la nueva obra de Ana Katz, transmite esa libertad, incluso un tono personalísimo amparado en la dirección, las actuaciones y en un guión escrito a cuatro manos por la propia Katz e Inés Bortagaray.
Un estado de cosas, de sensaciones, de rebelión interna atraviesa a Liz (Julieta Zylberberg), madre primeriza de Nicanor en tiempos del puerperio. Gustavo (Daniel Hendler), su marido, está filmando en Chile, y sólo participa de su flamante paternidad vía Skype. Está sola Liz, apenas con el apoyo de su mucama, y la complicidad sospechosa de los madres y padres de la plaza, punto de encuentro de su nueva vida con el mundo exterior, un lugar extraño desde que nació Nicanor.
Allí, en el parque, Liz conoce a Rosa (Ana Katz), epítome de su propia confusión, que pasea a la beba Clarisa por la plaza. Ambas construyen una relación sin otro sustento que ése, diálogos indefinidos, acciones inesperadas que provocan la tentación de juzgar, y sobre todo rodean al filme de un clima de suspenso. Liz desconfía de su nueva amiga, avizora algún peligro, sin embargo avanza con la relación. Hay pequeñas aventuras, se escapan de un bar sin pagar, planean un viaje en auto, irían a conocer al novio de Renata (Maricel Alvarez), la hermana de Rosa, a quien conoció por Internet. Lazos débiles, para los prejuicios de una cultura afianzada.
¿Qué es ser madre o padre hoy? Liz tiene al alcance las viejas respuestas para la crianza, un manual representado en su mucama, pero quiere aventurarse en su propia experiencia de maternidad. En ese sentido la película es un retrato dinámico de esta época de transición, en el que las nuevas formas de familia se abren camino en el rústico universo de las instituciones, los prejuicios y las convenciones.
Liz se rebela de manera natural, sin ser una militante, sin explicarse a ella misma, y por eso su personaje atrapa en la confusión, en su derecho a la confusión y la negación doméstica de un mandato social.
¿Desde qué instituciones, leyes, ejemplos vamos a construir nuestras relaciones? ¿Cuál es la forma de ser madre hoy? Por decisión de Katz, el filme no da respuesta a semejantes preguntas. Sí abre un espacio de libertad, una libertad abrumada, confusa, peligrosa y hasta aterradora de un tiempo hermoso y difícil. No en vano Nicanor lleva nombre de antipoeta, nació en un tiempo de ruptura, con padres que no necesitan ser héroes. ¿No?