Parece que Disney no sólo se dedica a reformular sus clásicos de siempre, como lo hizo sin ir mas lejos el pasado abril con la fabulosa The Jungle Book, sino que también está desempolvando su muestrario más anticuado, a veces hasta llegar al punto de lo ignoto como el caso de Pete’s Dragon. Basada en la de 1977 -de la cual no tenía idea de su existencia hasta que se anunció la consiguiente remake– pero sin estar plagada de números musicales y ahora con un dragón totalmente digital, la segunda película de David Lowery es una historia tan sentida y sensible que es imposible no derretir hasta al más duro espectador.
Por momentos tan mínima que parece de factura indie, en un claro contraste a la masificación del gigante animado, Pete’s Dragon sigue la amarga historia del pequeño del título, que por una tragedia queda huérfano a la merced de un bosque inmenso pero bajo la gigante ala de un adorable dragón que lo adopta sin miramientos. Lo que sigue es un edulcorado relato de compañerismo y familia, casi con cero conflicto a excepción del que tiene que surgir para empujar la historia a su acto final. La elección de Lowery como director, luego de su sensación festivalera Ain’t Them Bodies Saint, es más que acertada porque tiene una visión muy particular para contar la historia que por momentos trasciende ciertas barreras de un guión ya transitado varias veces, en el estilo de cine sobre criaturas fantásticas. Su labor está en los detalles y no en lo masivo, algo de lo que la película se favorece mucho y se nota en las inspiradas secuencias en donde interactúan Pete y su amigo alado Elliot.
Es más que evidente que las ventas de merchandising se dispararán con la (re)aparición en escena de este último y no es para menos. El gigante verde es todo un personaje en su propia ley, con un nivel de delicadeza alucinante, y comparte todo el protagonismo con la revelación que es Oakes Fegley en otra inspirada elección de elenco. Él es hipnotizador y se lleva todos los aplausos, estando incluso frente a luminarias como Bryce Dallas Howard y el mismísimo Robert Redford.
Pete’s Dragon guarda mas de un paralelo con las aventuras de Mowgli pero son productos muy diferentes, aunque igual de satisfactorios. Sigo valorando mucho estas reimaginaciones, que traen viejas historias a nuevas generaciones sin bombardearlas con canciones y con un nivel técnico sublime. Es un gran entretenimiento para toda la familia, con personajes maravillosos y una linda moraleja. ¿Para que complicarla si la fórmula funciona?