Al mal trago, paso rápido…
Uno sabe que una comedia de acción está en problemas cuando las persecuciones te sacan mas sonrisas que todas las monerías que hacen los protagonistas (y que te pretenden vender como comedia). Es lo que ocurre con Mi Ex es un Espía, terrible traducción para El Espía que me Abandonó (literal y que se parece al titulo del filme de Roger Moore de 1977, lástima que hoy nadie se acuerda de un filme de James Bond de hace 40 años). Uno ya sabe que la gracia que tenía Mila Kunis la perdió por el camino hace rato, pero que ni siquiera una fuerza de la naturaleza tan salvaje y graciosa como Kate McKinnon pueda resucitar el muerto muestra la impericia de Susanna Fogel como libretista y directora. Sí, son lo tiempos del girl power y la diversidad en Hollywood – y todo el verso que quieras -, pero precisás un experto en comedias para hacer una de acción que sea cómica, y acá la Fogel no le pega ni en el travesaño.
Ciertamente las escenas de acción son impresionantes y es lo que salva a la película de la quema. Justin Theroux – ex mister Anniston – puede ser un serio candidato a 007, aunque un gran director de stunts puede hacer que cualquiera (incluso yo) parezca que pelea brutalmente a lo Jason Bourne. Hay un rubio – Sam Heughan, un escocés que si se pone las pilas puede anotarse en la lista de reemplazos de Daniel Craig en un par de años – que pelea como los dioses, y una villana rusa que asesina de 500 maneras posibles. El drama con esto es que las protagonistas son dos idiotas obsesionadas con sus propias vidas que no terminan por caerle en gracia a nadie de la platea. Están tan absortas en sus propias razonamientos que son ajenas al peligro que les rodea, o razonan pavadas mientras esquivan balazos de pura casualidad.
No sólo la historia es previsible, sino que los supuestos gags no terminan por arrancarte ni una sonrisa. Para colmo el libreto insiste en darle cuerda libre a la McKinnon y es mas lo que pifia que lo que acierta en dos toneladas de improvisaciones y sobreactuaciones.
Mi Ex es un Espía me hace acordar a la remake de Yo Soy Espía, en donde Betty Thomas no podía ni manejar la acción ni los chistes y arruinaba la resucitación de una venerada serie vintage. La Fogel no es tan inepta – la acción es espectacular – pero las risas brillan por su ausencia.