Mi ex es un espía

Crítica de Jessica Blady - Malditos Nerds - Vorterix

OTRO DÍA PARA REÍR

Dos chicas paseando por Europa... y haciendo desmanes.
Desde su título original –un claro guiño a “La Espía que me Amó” (The Spy Who Loved Me, 1977), decima aventura cinematográfica de James Bond-, “Mi Ex es un Espía” (The Spy Who Dumped Me, 2018) pretende burlarse de las convenciones del género, dar vuelta esta tortilla un tanto misógina centrada en el 007, y demostrar que las chicas también se pueden divertir entre enredos y agentes secretos internacionales.

Esto no es nuevo, y las burlas son claras, pero la película de Susanna Fogel tiene un mensaje clarísimo más allá de la acción, las conspiraciones y los asesinatos: la amistad inquebrantable entre estas dos protagonistas que nunca se dan la espalda cuando el agua les llega al cuello.

Estamos acostumbrados a aceptar (léase, jamás ponemos en duda) las habilidades de un héroe de acción en pantalla, pero cuando llega el momento de ver a una mujer en las mismas situaciones, fruncimos el ceño y saltamos con la pancarta de la “inverosimilitud”. Memo para Hollywood: en todo los casos en inverosímil, pero tomamos como algo natural (¿y socialmente establecido?) que los muchachos son más capaces que sus contrapartes femeninas.

Sí, sí, hay un millar de excepciones, pero concentrémonos en “Mi Ex es un Espía”, la historia de Audrey Stockton (Mila Kunis), aburrida cajera de un supermercado que, durante su cumpleaños, debe afrontar la ruptura con su novio Drew (Justin Theroux), vía mensaje de texto (¿really?). Por suerte, tiene una amiga de hierro, Morgan (Kate McKinnon), que la aleja de sus miserias y le alegra el día con sus locuras. Para exorcizar el mal momento, deciden quemar todas las pertenencias del pibe, catarsis interrumpida por un mensajito de él que promete volver para dar explicaciones.

¿Cuáles son? Según Sebastian Henshaw (Sam Heughan), agente del MI6, Drew es un operativo de la CIA que desapareció en medio de una misión en Europa. Audrey ni tiene tiempo de demostrar sorpresa, ya que el novio fugitivo la intercepta en su departamento para recuperar uno de sus objetos, un trofeo cualunque que esconde información sensible y debe ser entregado a la persona correcta en un restaurante de Viena (Austria).

Una misión, aparentemente imposible, que recae en el dúo de amigas, quienes deciden dejar la monotonía atrás –y los muertos del departamento- y escapar hacia el viejo continente para vivir esta aventura.

Lo primero que comprueban las chicas es que la cosa no es tan fácil como se ve en las películas, y así empiezan los enredos, las persecuciones, la intervención de Nadedja (Ivanna Sakhno), una despiadada asesina rusa, los dobles agentes en los que nadie puede confiar y un sinfín de lugares comunes tan propios del género, que la realizadora y su coguionista David Iserson toman como excusa para delinear las situaciones más hilarantes y extremas. Porque “Mi Ex es un Espía” es parodia, pero también es decontrucción de todos estos elementos que conocemos hasta el hartazgo.

A McKinnon le toca hacer el papel de graciosa (porque le sale de taquito y la mamaos así) y un tanto estrafalaria, mientras que Kunis es nuestra leading lady que va perdiendo los miedos y tomando las riendas de la situación por el camino… y como le salga. Lo importante es que las dos forman un dúo dinámico que sostiene toda la película, y donde los personajes masculinos son los chicos lindos (y rudos) súper estereotipados, que no siempre llegan a tiempo para salvar el día.

Fogel nos pasea por toda Europa -requisito de cualquier aventura de recontra espionaje cosmopolita-, con escenas de súper acción muy bien filmadas y persecuciones mortales por esas callecitas diminutas, siempre jugando con los tropos, riéndose del género y de nuestro cariño por estas situaciones tan poco naturales. Vamos gente, todo bien con Ethan Hunt, pero ni los verdaderos agentes secretos deben hacer las acrobacias que se manda el buenazo de Tom Cruise.

Por ahí viene el planteo principal de “Mi Ex es un Espía”: tirar abajo todos estos clichés y hacernos reír (cosa que logra la mayoría de las veces) con las situaciones más extremas a las que están expuestas estás dos chicas comunes y corrientes. Sin límites de violencia o escatología (todos somos Morgan tratando de tragar sin miedo), Kate y Mila se llevan todos los laureles dentro de una historia que no es la más graciosa, ni la más original que se haya cruzado por nuestro camino, pero funciona.

Y funciona, en gran parte, porque se trata de dos protagonistas, cuyos personajes logran hacer realidad muchas de las fantasías de la platea femenina, y por qué no de la masculina. Ya que, ¿quién no fantaseó con cruzarse con Sam Heughan en alguna esquina de Ámsterdam? (¿?).

En resumen, la comedia de acción de Fogel no viene a revolucionar el séptimo arte, pero cumple mínimamente el objetivo de entretener y sacarnos unas cuantas sonrisas. Seguimos celebrando la presencia femenina, delante y detrás de las cámaras, sobre todo cuando se animan a romper los convencionalismos y ponerse en ese lugar que, comúnmente, suele estar destinado al sexo masculino. Yo te miro una secuela.

LO MEJOR:

- Kate y Mila se merecen todo nuestro cariño.

- Las escenas de acción que se van al carajo.

- Jugar con el género sin poner límites.

LO PEOR:

- Hay personajes muy caricaturizados.

- Que la comedia femenina no siempre funciona con el público.