Una comedia familiar como pocas
Julianne Moore y Annette Bening son las dos madres que deben enfrentar la aparición del padre biológico
La historia de Mi familia tenía el potencial para ser un panfleto político o un drama sobre las dificultades de un par de adolescentes creciendo con dos madres lesbianas y ningún papá a la vista. Pero el film de la directora Lisa Cholodenko, reconocida realizadora de la escena independiente norteamericana ( High Art ), no es ninguna de las dos cosas. Porque esta película es una comedia familiar como pocas. Lo que la diferencia del resto es que sencillamente es mejor que las demás.
Su singularidad nada tiene que ver con un relato que gira alrededor de una familia homoparental. Con un guión que con elegancia elude lugares comunes y con humor explora las particularidades de la relación de la pareja que forman Nic y Jules, el film recorta un momento especial en la vida de las mujeres y sus hijos Joni (Mia Wasikowska, otra vez luminosa como en Alicia en el país de las maravillas ) y Laser (Josh Hutcherson). La primera está a punto de dejar la casa familiar para irse a la universidad y el segundo empieza a preguntarse sobre la identidad del donante de esperma que permitió su nacimiento.
La curiosidad del chico deviene en preocupación de las madres y de allí a un par de escenas desopilantes cuando su mentalidad progresista se choca de frente con la necesidad de hablar sobre la sexualidad de su hijo varón adolescente.
Actores en su elemento
La aparición de Paul, el mencionado donante y padre biológico de los dos chicos, amenazará con modificar la dinámica familiar, pero sobre todo pondrá en estado de alerta máxima a la pareja de Nic y Jules, interpretadas respectivamente por Annette Bening y Julianne Moore. Un par de personajes, de mujeres, graciosas, tiernas, neuróticas, débiles y fuertes. Tan humanas como las actuaciones de Bening y Moore. Un par de profesionales en su elemento sacándole brillo a cada parlamento y cada mirada que la directora imaginó para ellas. Allí está Bening dotando a su perfeccionista y exigente Nic de una sensibilidad que estalla en la escena que habla de su amor por la cantante Joni Mitchell. A su tiempo, Moore aprovecha al máximo una de los mejores parlamentos del film en el que, entre otras cosas, describe el matrimonio como una maratón.
Para interpretar al inmaduro, seductor y algo artificial Paul, aparece Mark Ruffalo -ya había compartido pantalla con Moore en la fallida Ceguera- , un gran actor al que le tocó el personaje aparentemente menos querible de la trama. Sin embargo, su interpretación tiene un encanto y una vulnerabilidad que lo salvan de la caricatura del villano que por momentos parece ser aun sin quererlo.
Se podría traducir el título original de este film - The Kids Are All Right- como Los chicos están bien, una afirmación que la película entera corrobora. Estos chicos están bien, pero los que están complicados de las maneras más inteligentes, sensibles y divertidas son los adultos.