Casadas con hijos
Crítica “Mi familia” Julianne Moore y Annette Bening componen una pareja que tambalea con la llegada de un hombre.
De no ser porque quienes crían a Joni y Laser no son mamá y papá, sino mamá y mamá, la trama, el principal conflicto de Mi familia pasaría por un caso de infidelidad. Pero claro, Jules (Julianne Moore) y Nic (Annette Bening) son pareja, y eso tiñe invariablemente todo lo que ocurra en la película de Lisa Cholodenko, desde el primer beso.
Ellas llevan una larga relación, y tienen dos hijos, una engendrada por Nic (Joni, la adolescente de 18, a punto de ingresar a la universidad) y el otro, por Jules (Laser, el varón de 15). Ambos son hermanastros, tienen distinta madre pero un mismo padre desconocido: es el donante de esperma que se ha mantenido de manera anónima, desde siempre.
Hasta que los chicos, que aparentemente están bien como resume el título en su versión original, quieren conocerlo.
Lo antedicho: la relación entre Nic y Jules es en la práctica casi la misma que la de cualquier matrimonio heterosexual. Nic es profesional, trabaja fuera del hogar y podría pasar por el padre de una familia convencional. A Jules siempre le costó abrirse camino en lo laboral. Una necesita el control, la seguridad. La otra prefiere mayor libertad.
Si desean, adivinen qué sucede cuando Joni (por Joni Mitchell) y Laser conocen a Paul (Mark Ruffalo, el donante). Y más que nada cuando Nic y Jules terminen sentadas a una misma mesa compartiendo una comida con Paul.
Con mucho más drama que comedia, en Mi familia las situaciones se plantean básicamente alrededor de una mesa bien servida -y con buen vino, un pequeño problema que afronta Nic- o directamente dentro de una cama (o dos).
Mi familia es un filme en el que las palabras valen mucho más que una imagen.
Pese a algunos típicos clisés que pudieron haber sido salvados -el alcoholismo de Nic, los reproches de Jules- la película tiene un sesgo marcado: no exagerar ni recargar las tintas más de lo que debe el asunto.
Lo que consiguen Moore y Bening no es fácil: que se sienta desde la platea que esa relación “Es”, así, en mayúsculas, una pareja formada, establecida, con lazos fuertes aunque aparezcan dobleces. No es descabellado imaginar nominaciones a premios para ellas.
Si la dupla Moore/Bening funciona a las maravillas como pareja, quienes cumplen los roles de sus hijos no se quedan atrás. La australiana Mia Wasikowska se parece más a la conflictuada Sophie de la serie In Treatment que a la Alicia en el País de las Maravillas que protagonizó para Tim Burton, y Josh Hutcherson (el sobrino de Brendan Fraser en Viaje al centro de la Tierra ) tiene el carisma y la frescura indispensables para que Laser fluctúe entre el cariño por su familia y su deseo por conocer mejor a su padre biológico.
En fin, un filme para ver sin prejuicios y descubrir qué tan bien están los chicos...