Clásica familia moderna.
Esta es una verdadera feel-good movie. Si bien hay varios momentos dramáticos, están hábilmente matizados con otros distendidos, donde los personajes se divierten, tienen relaciones sexuales, hablan sobre música o incluso sobre la belleza de Buenos Aires. Ya desde el poster la película remite a Entre copas, la película de Alexander Payne que también se presentó en el festival de Sundance, aunque sean bastante distintas, tienen puntos en común.
Mi familia es una rara película reaccionaria y progresista. La historia gira en torno a una familia poco común: mamá y mamá (Julianne Moore y Annette Bening) viven con la hija mayor (Mia Wasikowska) e hijo menor (Josh Hutcherson). La cuestión es que Jani, la hija mayor, quiere conocer al donante de esperma, un bien intencionado pero un poco irresponsable Paul (Mark Ruffalo). Ella queda encantada con él, un muchacho bien parecido. Laser, el hijo menor, es un poco más reservado. La visita altera los dos universos: el de la familia (que un poco remite a los sutiles melodramas de Douglas Sirk) y el de Paul, un bon-vivant. nunca atado a responsabilidades mayores que las de su viñedo.
Es interesante, porque lo que la diferencia principalmente, de algún folletín ideológico progresista o conservador, es que la película no sentencia, no ejemplifica. Nos deja con más interrogantes que respuestas, como debe ser. Claro que el título es Mi familia (o The kids are all right, en inglés, basado en el tema de The Who) y hacia el tercer acto la directora sí apuesta por el conservadurismo (¿hace falta aclarar por qué?). Por un lado, la llegada de Paul suplirá algunas emociones, algunos deseos, hasta ese entonces, ocultos. Por el otro, será un desequilibrio, un agente extraño para esa familia. El problema es que el hombre se empieza a encariñar con los chicos. "¿Por qué donaste esperma?" le pregunta Laser, a lo que Paul, tan distendido y despreocupado como siempre, le responde "Creí que sería más divertido que donar sangre".
El elenco de esta película es sublime. Mark Ruffalo tiene su mejor rol dramático dese Puedes contar conmigo, una película y un personaje con los que guarda varios puntos en común. Julianne Moore como la madre que se empieza a enamorar (y a redescubrirse) con su presencia también recuerda a la joven naïf (bueno, naïf decimos ahora, con cierta malicia) de Lejos del paraíso (aquella película donde Todd Haynes honraba a Douglas Sirk). Y Mia Wasikowska es una belleza. La chica no sólo logra conmover, sino que también sabe cómo dirigir la mirada ante la cámara. Hay que ver esas sonrisas, esas miradas que tiene cuando Paul, con su rebeldía innata, comenta por qué dejó la universidad. Pero, sin embargo, quien está un escalón más arriba (y eso que todos están bastante alto) es Annette Bening, quien seguramente conseguirá otra nominación al Oscar, como actriz de reparto. Su personaje quizás sea el que mayor peso dramático tenga, y aún rodeada de pesados clichés (¡basta con la copa de vino en la mano, ya entendimos cuándo un personaje es alcohólico!) logra hacer creíble su personaje. Sus arrugas cuentan, y no es un chiste: la edad de cada uno de los personajes es importante.
El mayor acierto del film es que no trata de ser un debate sobre el matrimonio gay, o analizar si la familia gay funciona o no, sino, simplemente, construir un triángulo (o cuadrilátero, vaya uno a saber) amoroso, donde cada uno busca la armonía pero no la encuentra sin herir al otro. El tono distendido, liviano, cómico y agradable que la directora de High art la imprime a la película no podía ser mejor. Uno de los mejores estrenos del año.