Hay secuelas mediocres y secuelas innecesarias. "Mi gran boda griega 2" pertenece a las dos categorías. ¿Por qué llega esta segunda parte a 14 años de la original? Si la primera atrasaba en términos de comedia costumbrista, imaginen esta secuela. Las razones son obvias: negocios son negocios y en Hollywood no hay ideas. Y la película, lógicamente, es más que obvia. La protagonista (Nia Vardalos) está en conflicto entre su hija adolescente que está por abandonar el nido y sus padres que sufren achaques de salud. En el medio ella intenta recuperar la pasión con su marido, pero su bulliciosa familia griega se interpone siempre. El planteo es válido y hasta atractivo, pero la historia se derrumba cuando el tema central pasa a ser que sus padres no están realmente casados (falta una firma en el acta de matrimonio) y entonces hay que organizar una nueva boda. En un momento uno de los personajes grita "Qué está pasando acá", y eso es justamente lo que uno se pregunta durante gran parte de la película. Cualquier intento de humor de Nia Vardalos (que además escribe y produce esta comedia) queda deslucido por lo débil de la historia y lo caricaturesco de los personajes. "Mi gran boda griega 2" no hace reír y tampoco llega a emocionar. Es un regreso fallido.